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“Ser congresista palenquera es llegar con un cúmulo de responsabilidades aplazadas”: Cha Dorina Hernández

Cha Dorina Hernández Palomino será la primera mujer palenquera en llegar al Congreso de Colombia. /Foto: Prensa Pacto Histórico de Bolívar

“Ser congresista palenquera es llegar con un cúmulo de responsabilidades aplazadas”: Cha Dorina Hernández

Una de las seis curules de Bolívar en la Cámara de Representantes quedó en manos de una palenquera nacida en Chambacú. Sus banderas, dice, serán por “los don nadie”, aquellos ciudadanos que desde la Independencia han estado por fuera de los espacios de poder y cargan “con el peso de haber sido esclavizados”.

  1. Nombre mí, a senda cha Dorina Hernández Palomino, primo changaina rí yega komgreso rí tiela ngande poro tambie primo changaina ri yega tiela ngande ku mboso ri un chocha jende ri repatamendo ri Bolívar.

(Mi nombre es Cha Dorina Hernández Palomino, primera mujer palenquera en llegar al Congreso de la República, pero también la primera mujer que llega al Congreso representando los movimientos sociales y políticos alternativos del departamento de Bolívar).

Esta cha, autoridad del pueblo palenquero y cuya vida es un homenaje a Wiwa Biohó —mujer cimarrona que luchó por la libertad de los esclavizados—, hizo historia el 13 de marzo de 2022.  Los más de 83.000 votos que la lista del Pacto Histórico sumó en Bolívar la convirtieron en la primera congresista palenquera de Colombia. 

Cha Dorina Hernández Palomino, una etnoeducadora de 56 años que trabaja desde la adolescencia por preservar la lengua palenquera, llegará a Bogotá como la única de las seis curules de Bolívar en la Cámara baja sin el respaldo de las maquinarias políticas tradicionales de este departamento (asociadas a la compra de votos y al clientelismo en las entidades públicas locales, especialmente, Gobernación y alcaldías).

Las otras cinco sillas quedaron en manos de los conservadores y liberales, encabezados por dos parapolíticos y por un senador investigado por parapolítica.

Hernández no sólo llegará al Capitolio a seguir luchando por la dignidad de Palenque y de los demás pueblos afrocolombianos sino que lo hará con el compromiso de no “torcerse” ni buscar parecerse a ese modelo que ha propiciado la “expropiación” y “exclusión” de la cultura negra en la historia nacional.

En esta entrevista con La Contratopedia Caribe, cha Dorina repasó parte de sus luchas sociopolíticas durante los últimos 30 años y resaltó el mensaje que su victoria manda en un país colonizado y alienado por el patrón eurocéntrico.

La Contratopedia Caribe. Con el triunfo del 13 de marzo, usted se convierte en la primera palenquera en llegar al Congreso. ¿Qué significa que una mujer de Palenque llegue a una de las máximas instituciones de la democracia colombiana? 

Cha Dorina Hernández. Llegar como una cha (autoridad), como una palenquera, significa llegar a un espacio de decisión para seguir con las luchas de resistencia, libertad y dignidad contra quienes nos han condenado, racializado y rezagado de los espacios de poder. 

Tengo una misión de identidad y de historia. De no torcerme, de no parecerme a esa historia patriarcal. La historia nuestra, caballero, como dice el Joe Arroyo, es la de un esclavista que se quedó con el poder económico, político y social, hoy representado en sus nietos y tataranietos, quienes han estado en la rama legislativa y en los espacios de poder. 

Nos toca mirar el Congreso como un instrumento para darle vía a todas nuestras reivindicaciones. Por eso hemos pensado en acciones políticas para crear el Ministerio de la Mujer y sobre todo trabajar mucho por deconstruir esta historia colonialista con una historia que no sea patriarcal, donde no sólo el hombre sea quien esté empoderado. 

También queremos trabajar para fortalecer las diversidades de toda índole y que forman parte de la gran riqueza del país. 

LCC. Sus banderas en el Congreso, entonces, tendrán un enfoque de género.

CDH. Un enfoque de género y un enfoque de diversidad cultural. Queremos trabajar por todos los pueblos que hemos estado excluidos, como somos nosotras las mujeres, las mujeres cuidadoras, las mujeres feministas, las mujeres palenqueras, las mujeres del sector agrario. 

Por pueblos excluidos también nos referimos a los hombres  agricultores, a las diversidades sexuales, a los sindicatos, a los jóvenes, esos jóvenes rebeldes que pusieron a temblar el país y están indignados por la falta de oportunidades. 

Mis banderas también significan la inclusión de las economías informales, que no han contado con el respaldo ni con el músculo financiero, técnico y asistencial para convertirse en empresa. Mis banderas también incluyen a los recicladores, a las poblaciones que hemos estado por fuera de los espacios de poder. 

LCC. Cuando dice que sus luchas buscan cambiar las relaciones de poder, sobre todo, las que han generado la racialización y el rezago de pueblos como el palenquero, ¿a qué se refiere exactamente?

CDH. La historia de este país nos ha indicado que nosotros vamos por fuera de los espacios de poder. Quedamos por fuera de los espacios de poder una vez se logra y se conquista la Independencia de Colombia. Quienes quedan con ese poder son los que forman parte de esa cultura patriarcal, los criollos, los hijos de los españoles nacidos aquí en América. 

Las comunidades indígenas, los pueblos afrocolombianos, las rochelas —lugares habitados por lo general por negros cimarrones, mestizos, mulatos y zambos— quedamos por fuera.

Entonces a eso me refiero, a todas esas demás poblaciones que somos de abajo, que somos los de a pie, que somos los don nadie que quedamos por fuera, incluso quedamos con el peso de haber sido esclavizados. 

En el caso de Bolívar es la primera vez que llegamos al Congreso. Imagínate tú, cuántos siglos tuvieron que pasar para que nosotros como pueblo palenquero pudiéramos tener hoy este espacio en el Legislativo. 

Mi mandato debe representar a todas esas poblaciones que están excluidas y que tienen años tratando de que nuestras reivindicaciones tengan eco en el Legislativo y en los espacios de gestión. Ser congresista palenquera es llegar con un cúmulo de responsabilidades aplazadas, pero es también llegar con un cúmulo de conocimiento y experiencia. 

LCC. Usted es una etnoeducadora y, sin duda, con lo que plantea busca propiciar discusiones para garantizar mayor multiculturalidad y diversidad en las aulas del país.

CDH. Claro, soy etnoeducadora y lideresa social. Mi trabajo de lideresa social inició cuando regresé a Palenque de San Basilio (años 80) y comencé a trabajar como maestra. Encontré que los elementos identitarios, que yo había vivido en la escuela y en mi comunidad, ya no eran fuertes. 

Encontré que hablar la lengua palenquera era sinónimo de hablar un español mal hablado, que ya los referentes históricos de Benkos Biohó no eran los referentes de mi pueblo. Encontré que había que dejar de ser, de tener identidad propia, para parecerse a ese patrón mundial, al patrón europeo o norteamericano. 

Entonces, me di a la tarea de no seguir ese proceso de alienación y aculturación sino que comencé a trabajar para fortalecer la identidad palenquera. Me propuse, como una de mis primeras batallas, fortalecer y recuperar la lengua palenquera. 

Como etnoeducadora he entendido que parte de mi compromiso en el Legislativo está en hacer que Colombia no siga apartando ni echando a un lado sus grandes riquezas.

El que Colombia haya discriminado la riqueza de los pueblos indígenas, afro, rom, campesinos y de toda la gran diversidad que tiene, significa que ha despreciado sus potencialidades de desarrollo como país. 

Trabajar hoy en nuestros procesos educativos y culturales, por la historia y la cultura de los pueblos, es trabajar también por la política de inclusión, por la política decente, por la política de equidad.

En nuestro caso bolivarense es poder fortalecer nuestra identidad champetúa y del bullerengue. Eso nos posiciona como agente político de cambio. Tengo la posibilidad de ayudar a transformar esas realidades de racialización por realidades de dignificación. 

Hernández salió de Palenque a estudiar bachillerato en Cartagena. Regresó a finales de los 70 y encontró una crisis general de valores identitarios del pueblo palenquero.

Comenzó a trabajar por recuperar la lengua y el orgullo de ser descendientes y garantes del legado de Benkos Biohó.

Su labor como etnoeducadora fue reconocida, en 2018, en el marco del Festival de Tambores y Expresiones Culturales de Palenque. 

LCC. Usted representa a una población que ha sido doblemente excluida: además de ser palenquera nació en Chambacú, pero tuvo que salir por lo que luego se entendió fue un proceso de despojo urbano en Cartagena. 

CDH. El palenquero nazca donde nazca es palenquero, esa es nuestra identidad cultural.

Mi padre era un boxeador profesional. Le decían, en el argot del boxeo, el Jab Hernández (boxeador de Palenque, popular en el Caribe colombiano durante los años 60). Y mi madre, Mónica Palomino, venía constantemente de Palenque a Cartagena y vendía frutas, dulces y plátano en la Esquina Caliente del antiguo mercado, que quedaba en la Calle del Arsenal.

En esas idas y venidas, mis padres construyeron una casa en Chambacú, en el sector que se llamaba Los Patitos. Mi madre me tuvo ahí, así que yo soy chambaculera. Íbamos y veníamos constantemente de Palenque. 

Nosotros salimos de Chambacú  porque era una zona de alto riesgo, en ese momento. Luego nos encontramos con un Edificio Inteligente de la Familia Araújo.

Lo que entendimos era que, realmente, afeábamos un entorno del Centro Histórico, de acuerdo a esa mirada de los que han estado gobernando y regentando el país. Los que se han considerado dueños del país, de la ciudad y de Bolívar. 

Lo que pasó con Chambacú es una muestra de lo que está pasando en el resto del departamento y en muchos otros lugares y sitios del país. 

Los orígenes de Chambacú se remontan a inicios del siglo XX, cuando lo fundaron familias de pescadores. Con los años, creció y se convirtió en una de las zonas más empobrecidas de Cartagena.

Durante el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, a finales de los años 60, comenzó la reubicación de sus habitantes. Ese proceso terminó jurídicamente en 1981, cuando el Tribunal Superior de Cartagena declaró al Instituto de Crédito Territorial (reemplazada por el Instituto Nacional de Vivienda de Interés Social y Reforma Urbana —Inurbe—) propietario del terreno donde estaban las humildes viviendas.

En 1999, El Espectador denunció que el consorcio Chambacú de Indias SA adquirió en 1994 un lote de esa zona, que le pertenecía al Inurbe, a un precio muy por debajo del mercado. También que trámites como la decisión de cambiar el uso de ese lote, la apertura de la licitación para su venta y el avalúo del mismo estuvieron en manos de personas que, después, resultaron siendo sus compradores.

Entre ellos, Héctor García Romero, Luis Alberto Moreno, Fernando Araújo Perdomo y Alberto Araújo Merlano.

LCC. ¿A qué se refiere, exactamente?

CDH. Nos sacaron de Chambacú e igualmente está pasando con muchas otras poblaciones, como La Boquilla. Allí la comunidad ha quedado reducida en su propio territorio. O con toda la gente que está ubicada en Barú, Islas del Rosario, Bocachica y en general en Tierrabomba. Todas esas comunidades no tienen, por ejemplo, servicio de agua potable y están rodeadas del mar. 

Igualmente pasa con las comunidades que están en el Dique, que tampoco tienen agua potable, o con las del sur de Bolívar, que las atraviesan cuatro o cinco ríos y sin embargo no tienen seguridad alimentaria. Hay peces, pero no hay alimentos; hay tierra, pero no hay agricultura. Ya sabemos que el campesino invierte más de lo que puede vender, porque no hay una política de tierra ni agraria que permita que haya una dignificación de su labor. 

Esos son los grandes debates y las grandes luchas que estamos llamados a dar por  la recuperación de nuestros territorios ancestrales. Porque las comunidades indígenas, negras, gitanas y campesinas estamos en sitios geográficamente estratégicos de este país. 

Hemos sufrido la violencia y el desplazamiento por los intereses que hay en nuestros territorios. Sin embargo, no hemos podido participar de la planificación de nuestros territorios porque hemos estado por fuera de los espacios donde se toman las decisiones, siendo presa fácil de la miseria y del hambre. 

LCC. Su inclusión en la lista del Pacto Histórico por Bolívar estuvo llena de tropiezos por la selección de los nombres. ¿Cómo se consolidó su postulación?

CDH. Sabemos que la lista del Pacto Histórico para la Cámara aquí en Bolívar tuvo varias dificultades. Una de ellas fue que el Consejo Nacional Electoral consideró que la lista inicial no era cremallera, porque no tenía las suficientes mujeres, y eso generó que se modificara. 

Fui consultada, para ser candidata, por el Pacto Histórico de mi municipio, de Mahates, porque Palenque todavía no tiene autonomía territorial municipal, esa es otra de mis banderas en el Congreso.

Luego la compañera Francia Márquez, con quien somos militantes del mismo movimiento de comunidades negras desde hace muchos años, me preguntó si podía encabezar la lista cerrada por la Cámara del Pacto en Bolívar. 

Y luego, a las pocas horas de ese mismo día (10 de febrero), tuve comunicación de Gustavo Petro a través de otra persona para que aceptara la postulación.

Con esas tres postulaciones nos reunimos aquí a nivel local y nos le medimos a ese reto. 

Nos apeltrechamos —término cimarrón. El cimarronaje es la ideología libertaria de los palenques, de los esclavizados—. Utilizamos toda esa estrategia cimarrona para la campaña y logramos confluir todos los movimientos sociales y políticos, que tienen ese gran llamado de abrir camino como nietos o nietas de Benkos Biohó. Obtuvimos un  triunfo contundente en las urnas, sin maquinarias ni ataduras y en corto tiempo. 

Por no tener paridad de género, el Consejo Nacional Electoral revocó la lista inicial que el Pacto Histórico había inscrito en Bolívar y que tenía entre sus miembros a la excongresista Sandra Villadiego, heredera de los votos de su esposo, el condenado por parapolítica Miguel Ángel Rangel.

Tras esa decisión, los dirigentes de cada uno de los partidos que forman parte de la coalición presentaron una nueva lista.

LCC. Como las fuerzas alternativas en Bolívar estaban divididas por la discusión que se generó por la formación de la lista, ¿usted cree que su elección calmará las aguas y propiciará un trabajo conjunto de los distintos sectores alternativos del departamento?

CDH. Antes yo tengo es que seguir agradeciendo porque las aguas se calmaron. Espero, junto a los demás dirigentes del Pacto Histórico en Bolívar, contribuir a un Pacto Histórico más sólido en el departamento. 

Soy una mujer que viene de la dinámica organizativa étnico-territorial, como son los kuagros —forma de organización social palenquera—. Es decir, vengo de una dinámica política del pueblo negro, articulada al movimiento popular social. 

Si obedezco a este tipo de organización y de estructura, necesito contribuir para seguir bebiendo de esta savia. Estoy llamada, como también me lo han requerido las bases y la militancia del Pacto Histórico, a seguir contribuyendo a esa estabilidad y a ese fortalecimiento del movimiento en Bolívar para que tengamos a Gustavo Petro como presidente en primera vuelta.

Cha Dorina Hernández y Gustavo Petro, durante un evento de campaña en febrero pasado en Cartagena.
Según el artículo San Basilio de Palenque y su organización social, de Dimas De Ávila Torres, el kuagro es “una instancia social-administrativa donde sus miembros sienten su vida social potencializada, allí fortalecen la cultura que los caracteriza, su identidad como palenqueros. Además, les facilita el respeto por las diferencias y el reconocimiento de los otros”. 

Los kuagros, explica De Ávila, forman parte del patrimonio inmaterial de San Basilio de Palenque, reconocido por la Unesco, “fueron conformados durante la época de la colonia como mecanismo de resistencia ante las condiciones infrahumanas que les tocó vivir a los esclavizados africanos”. 

LCC. ¿Cómo aportará desde su curul para que comiencen a cambiar las costumbres electorales, la manera como la mayoría suele elegir a sus representantes y senadores? 

CDH. Creo que con este triunfo le estamos mandando un mensaje a todo el departamento de Bolívar: las mujeres también estamos llamadas al poder. Y desde nuevos referentes éticos, vocación de servicio y lucha comunitaria podemos servir en el Legislativo. No desde el clientelismo ni desde la compra de votos. 

Ese modelo de maquinaria, de todas esas costumbres feas e incluso del paramilitarismo nos está diciendo que se quiere un modelo de país en donde no haya libertad, inclusión ni equidad. 

Por eso nosotros hemos creado el movimiento ‘Soy porque somos’.

La política debe mirar la trayectoria, la hoja de vida de las personas y su compromiso con la sociedad para asumir unos mandatos. Hemos llevado a la práctica la verdadera política. Sobre todo le estamos diciendo al ciudadano, al constituyente primario, que sí es posible llegar a los espacios de poder sin el clientelismo, sin la parapolítica y sin la compra de votos. 

LCC. A propósito de ‘Soy porque somos’, ¿cómo ha sido su trabajo político con Francia Márquez? 

CDH. Estamos trabajando por la reivindicación del pueblo afrocolombiano desde finales de los 70. Mi lucha comenzó cuando salí de Palenque a estudiar y allí fuimos conformando kuagros —forma de organización social palenquera—. 

Nosotros nos comprometimos a seguir reivindicando nuestra cultura como estudiantes en la ciudad y regresábamos a Palenque a seguir promocionando nuestra identidad, en ese momento golpeada por la discriminación.

En ese proceso nos conocimos con varios compañeros a nivel nacional. No tuvimos la oportunidad de formar parte de la Constituyente, de haber elegido un constituyente afro, pero comenzamos la gran labor de que la Constituyente nos reconociera en la Constitución de 1991. 

Allí nos articulamos muy fuerte con compañeros de Tumaco, Buenaventura y del Norte del Cauca y conformamos la organización Proceso de Comunidades Negras (PCN). La formalizamos después de que en la Constitución de 1991 se incluyera el artículo transitorio 55, que es el que reconoce que en el país hay negros, que hay afrocolombianos. 

Constituimos el PCN, que es el proceso organizativo de comunidades negras, donde militamos muchas mujeres, entre esas Francia Márquez y mi persona.

LCC. Hablando de representación y reconocimiento, ¿qué piensa de las curules afro y los perfiles que suelen llegar a ocuparlas? Los casos más recientes de candidatos son los de Polo Polo, Ana Monsalve (hermana del alcalde de Malambo) y Lina Martínez (hija del parapolítico Juan C Martínez Sinisterra), pero antes ocupó curul afro la exconcejal María del Socorro Bustamante, apoyada por la senadora Daira Galvis.

CDH. Lo que está pasando tiene que ser el detonante para que hagamos una reglamentación nueva de esas curules, concertada con el pueblo negro, para que estén de cara realmente al pueblo por el cual fueron concebidas. En este período legislativo tenemos ese compromiso.

Esas dos curules son parte de la Ley 70 de 1993, que viene del artículo transitorio 55. Ahí hay una dificultad, que es parte de nuestra responsabilidad trabajar. Esas curules fueron reglamentadas de manera unilateral por el Gobierno Nacional.

Al inicio puede que llegó alguna compañera, que venía de la dinámica política organizativa del pueblo afro. Con el tiempo esa representación se ha ido perdiendo y esos espacios han quedado en manos no sólo de la política tradicional sino de la mafia de la política de este país. 

Las curules se reglamentaron sin unos criterios claros para, realmente, recoger los nombres de hombres y mujeres que sean dolientes y luchadores de la causa afro. Ahí no ha habido posibilidad de que los hombres y mujeres que venimos del pueblo tengamos la posibilidad de ocuparlas. 

La politiquería ya incluye esas dos curules en sus cálculos para llegar al Congreso. Por eso, usted no ve allí los rostros de nosotros, las mujeres y hombres que hemos estado luchando por el pueblo afro.

Sí, se lanzan, pero no alcanzan a llegar. Por ejemplo, Francia Márquez fue candidata en el periodo pasado y no lo logró. También tuvimos a otro compañero de candidato y no le alcanzó. 

LCC. ¿Cree que con su triunfo es posible que se abra una puerta para que un candidato alternativo, quizás del Pacto Histórico, llegue a la Alcaldía de Cartagena en 2023?

CDH. Somos la segunda fuerza política en el departamento de Bolívar, de acuerdo al caudal de votos que colocamos el 13 de marzo, y la primera a nivel nacional. 

Eso tiene que verse reflejado en los distintos poderes locales, entendiendo que para nosotros los poderes locales inician desde esa vocería y esa inclusión de lo barrial, de lo veredal, de lo corregimental, de lo municipal y de lo citadino.

Esa es la búsqueda. Nosotros por lo que estamos trabajando es porque el poder realmente represente al pueblo, porque cambiemos ese imaginario que va de arriba hacia abajo y sea de abajo hacia arriba. Estamos llamados a fortalecer todas las expresiones de poder local, incluyendo las alcaldías.

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