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Alfredo Sabbagh Fajardo /Foto: Cortesía

[Opinión] Ojalá y se acabara

El título de la Selección española de fútbol femenino en el campeonato mundial terminó opacado por el beso no consentido que un dirigente le dio a una de las jugadoras. En su columna, Alfredo Sabbagh reflexiona sobre la desigualdad a la que se enfrentan las deportistas.

Lo que debió haber sido una celebración a la altura de lo conseguido por la Selección Española de fútbol femenino, terminó opacado y casi silenciado por el gesto inexcusable del ahora suspendido presidente de la RFEF durante la entrega de medallas al combinado ganador.

El beso obligado con que Luis Rubiales somete a Jenni Hermoso se convirtió en noticia mundial, generador de numerosas reacciones en contra (algunas con marcada hipocresía y acomodo) y otras pocas que buscaron infructuosamente bajarle la temperatura a lo que ya es un volcán en erupción.

La FIFA, esa poderosa entidad supranacional que tiene más afiliados que la ONU, determinó suspender al citado presidente por 30 días justo después de que éste convocara a una reunión extraordinaria en la que, lejos de disculparse, procuró posar de víctima de un complot al que hasta política le quiso sumar.

La sensación alrededor del caso podría resumirse en un tuit de Alexia Putellas, la sensacional capitana del FC Barcelona y ganadora dos veces del Balón de Oro, quien claramente dijo “Esto es inaceptable. Se acabó”. El trino precedió a la renuncia en bloque de más de 80 futbolistas a la selección española mientras Rubiales siga al mando.

Este impresentable y a todas luces repudiable acto enlodó el final de un excelente mundial de fútbol, ganado con justicia por España en una final emocionante y muy bien jugada ante las poderosas “leonas” de Inglaterra, selección que a su vez había eliminado al onceno colombiano en un partido dramático que, y como hacía rato no pasaba, unió al país en la madrugada del sábado 12 de agosto.

La derrota final no opacó el cariño con que la afición tricolor arropó a las futbolistas desde las gradas en el mundial y en el posterior regreso a casa. Lo de Usme, Caicedo, Montoya, Arias, Pérez, Santos, Guzmán y demás compañeras fue y es realmente admirable. Todos los honores para ellas.

Ahora bien, que sirva este momento de justa emoción local y solidaridad mundial para recordar que el camino del fútbol femenino en Colombia ha estado plagado de incoherencias y maltratos directivos como los proferidos en 2018 por Gabriel Camargo, entonces presidente del Deportes Tolima; los torneos mutilados y de cortísima duración organizados por la Dimayor; los premios embolatados en su momento a las futbolistas del Atlético Huila campeón de Copa Libertadores; promesas gubernamentales ligadas a patrocinios y torneos largos cumplidas a medias por desavenencias en el manejo de los recursos; y vetos disfrazados como el que sufrió Yoreli Rincón, futbolista referente a la que le “cobraron” el protagonismo con el que defendió su causa y la de sus compañeras durante años.

Y si apuran, se puede agregar la entrega de “tablets” con abrazo incluido con que los directivos de la Federación Colombiana de Fútbol quisieron “reconocer” el paso de la selección a los octavos en el citado mundial femenino y de paso enfriar el reclamo que estaban haciendo las futbolistas por los premios que otorga directamente la FIFA por avanzar en la competencia.

Una más de los impresentables Ramón Jessurum y Álvaro González Alzate, tristemente célebres por haber sido sancionados en el sonado caso de la reventa de boletas en las eliminatorias del mundial de Rusia.

Volviendo a lo global, pero con claros hilos en lo local, siguen las luchas por lograr una mínima equidad entre los salarios y premios que se otorgan en los torneos masculinos y femeninos.

La brecha salarial es enorme aquí y en todas partes a pesar de los esfuerzos por cerrarla y los positivos números que en asistencia, rating y venta de camisetas han dejado y dejan campeonatos como el Mundial, la Champions y torneos locales fuertes como los de Estados Unidos y buena parte de Europa.

Ojalá la indignación alrededor del caso Rubiales no se quede apenas en eso. Que la ocasión sirva para darle de una vez por todas las importancia y lugar que se merece al fútbol femenino. Ojalá en Colombia esto venga aparejado con cambios profundos en la directiva y estructura de la anquilosada y dictatorial Federación. Ojalá se cumpla lo que pide Putellas.

Ojalá y se acabe lo que ya no tiene cabida en una sociedad que en todo el mundo clama por la igualdad e inclusión plena.

@alfredosabbagh

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