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Telma Gómez trabaja en la formación de un grupo de niños para incentivar en ellos el cuidado del Juan Angola. /Foto: María Alejandra Romero

La cruzada de Telma para recuperar el caño Juan Angola de Cartagena

Desde la Fundación Cartagena es Manglar, Telma Gómez y un grupo de niños trabajan por la preservación de una fuente hídrica clave para el equilibrio ambiental de la capital de Bolívar.

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En una canoa, acompañada por un grupo de niños, Telma Gómez navega las aguas del contaminado caño Juan Angola, en el sector San Pedro y Libertad del barrio Torices. Los lleva a la otra orilla para que alimenten a una comunidad de iguanas.

Con el ímpetu que ha forjado remando estas aguas del norte de Cartagena por más de cuatro décadas, la líder ambiental (60 años) les recuerda a los pequeños la importancia de respetar y proteger cada espacio y ser vivo que los rodea. 

“A las iguanas no hay que matarlas, hay que cuidarlas y alimentarlas”, les repite como mantra (su mantra), mientras surcan el Juan Angola.

Cada semana, Telma Gómez cruza el Juan Angola para alimentar a una comunidad de iguanas con patillas que compra en el mercado de Bazurto. Foto: María Alejandra Romero.

Al llegar a la otra orilla, champeta en mano (cuchillo o machete pequeño), Telma porciona una patilla y les entrega los pedazos a los niños, quienes, imbuidos por el espíritu de su líder, esparcen los trozos de la jugosa fruta por el suelo que alguna vez estuvo cubierto por densos manglares.

Telma y el grupo de niños forman parte de la Fundación Cartagena es Manglar, iniciativa ciudadana que comenzó hace 18 años para recuperar el caño Juan Angola, uno de los seis cuerpos de agua de Cartagena, cuya existencia es fundamental para el equilibrio ambiental del sistema hidrográfico de esta capital por el oxígeno y nutrientes que genera.

Por eso, la labor de Telma es titánica. 

Además de trabajar por la recuperación de uno de los cuerpos de agua más contaminados de Cartagena, a diario planta la semilla del cuidado ambiental entre los más pequeños. Lo hace convencida de que esa semilla germinará para convertirse en la brújula ambiental que guiará a esos hombres y mujeres del mañana.

Este sábado de abril, mientras calman el hambre de unos reptiles a los que cada vez más el hábitat se les reduce por la tala masiva y el robo de agua al caño, Telma y los niños aportan en la revitalización de un Juan Angola que comenzó a deteriorarse hace tres décadas. 

Desde entonces, día tras día, pierde vitalidad como ecosistema —como territorio de reptiles, aves y peces— y se asfixia por las basuras, los excrementos humanos y la construcción desordenada a lo largo de su cauce.

La siembra de Telma

Desde hace 18 años, cuando se retiró del deporte de alto rendimiento, Telma trabaja en la recuperación del caño Juan Angola. Foto: María Alejandra Romero.

Telma Gómez ha vivido toda su vida en Torices, una barriada  popular de Cartagena, ubicada en la Localidad 1, Histórica y del Caribe Norte, conocida por sus atractivos turísticos y la próspera actividad económica de barrios como Bocagrande, Manga o el Centro Histórico. 

Sin embargo, en esa misma localidad hay comunidades menos privilegiadas, atrapadas desde hace décadas en la pobreza y golpeadas una y otra vez por la violencia.

En el Juan Angola, en su tramo de Torices, Telma aprendió a nadar, pescar y remar. Surcando esas aguas fortaleció sus brazos y adquirió la destreza física que le abrieron las puertas para convertirse en deportista profesional. Practicó boxeo, sóftbol, atletismo y fútbol.

Hace 18 años, se retiró del deporte de alto rendimiento y comenzó a trabajar de lleno por la recuperación ambiental del sector de San Pedro y Libertad. Un activismo ambiental que nació con la esperanza de recuperar parte de la vitalidad de la que disfrutó siendo una niña, cuando el Juan Angola era una despensa ilimitada de peces y no tenía tramos asfixiados por las basuras.

Desde la Fundación Cartagena es Manglar, que legalmente constituyó con sus vecinos en 2022, trabaja también para mitigar otros problemas de su comunidad, como el consumo de drogas y las pandillas.

Justo por el acecho de los grupos y sustancias ilegales, Telma impulsó la construcción de una cancha artesanal, en la ribera del caño, para que niños y jóvenes tengan un espacio seguro para practicar deporte y, desde sus primeros años, aprendan que hay otros mundos posibles.

Uno de esos niños es su sobrino Karim, de cuatro años. 

Telma le ha enseñado a ver el caño como un espacio de gozo. Por eso, el pequeño juega en sus aguas y disfruta alimentando a las iguanas con las frutas que ella compra en el mercado de Bazurto. 

“A mí me gusta nadar hasta el fondo”, dice este pequeño que ya se sumerge, sin temor alguno, en el Juan Angola.

Karim y los demás niños participan en jornadas de limpieza que Telma organiza varias veces por mes. 

“Cuando empecé nadie me ayudaba. Del  sueldo que ganaba como pescadora, les pagaba a los jóvenes que andaban en malos pasos para que me ayudaran a limpiar”, recuerda.

En el pequeño santuario que erigió a la orilla del caño, Telma les enseña a los niños de la Fundación Cartagena es Manglar sobre la vegetación y la fauna que los rodea. Foto: María Alejandra Romero.

Y convencida de que a través de la naturaleza y el deporte puede evitar que los niños acaben seducidos por las drogas y la delincuencia, erigió un pequeño santuario ambiental en la orilla del caño. Un espacio con bancas y mesas artesanales, a cielo abierto, para que ellos puedan jugar, como lo hacen en la cancha. 

Aquí, además, Telma les enseña sobre la vegetación y la fauna que los rodea, como los árboles de tamarindo y las iguanas que todas las semanas alimentan. Animales que hasta hace unos años desconocidos mataban para sacarles sus huevos. 

En este espacio también tienen cabida los demás habitantes de Torices, aquellos interesados en cambiar su relación con el Juan Angola. Para hacerlo deben comenzar a verlo como un ecosistema vivo y no como un caño pestilente.

Un cambio de mentalidad que no es tan fácil, pero que Telma cree posible con la reciente intervención distrital en las aguas del Juan Angola. 

Las relimpias que desde el año pasado empezó la Alcaldía Distrital en el Juan Angola han permitido el regreso de peces a la zona. Foto: María Alejandra Romero.

Gracias al dragado y a la relimpia que la Alcaldía de Cartagena comenzó el año pasado, los sábalos, macabíes, robalos y hasta jaibas se han vuelto a asomar por esas aguas, y con ellos ha renacido la tradición pesquera de esta comunidad. 

“Los sábalos salen aquí a las cinco de la mañana. Son grandes, ayer cogí dos. A veces los cocinamos en la orilla del caño, con la olla comunitaria que tenemos”, dice uno de los niños de la fundación.

Justo a pocos metros de ese santuario ecológico está el puerto de pescadores, donde Telma fondea su canoa para navegar, todas las semanas, predicando entre sus vecinos y habitantes de otros barrios cartageneros el rol vital del Juan Angola en el sistema hidrográfico de esta capital.

La semilla que va germinando

El incansable activismo ambiental de Telma ha trascendido del escenario comunitario. Fue una de las voces que la administración distrital, durante el gobierno de William Dau, escuchó para  iniciar la pavimentación de la vía Marginal Juan Angola, contratada como parte de la cuarta fase de rehabilitación de la malla vial cartagenera. La inversión en este frente fue cercana a los $6.000 millones. 

Esa arteria, contigua al caño y que sirve de frontera entre sus aguas y las casas aledañas, se ha convertido en un punto neurálgico para la comunidad. 

Durante años, por no estar pavimentadas, estas calles han sido canales que agudizan las inundaciones en Torices y Canapote, frecuentes con cada temporada de lluvias.

Ahora, con los trabajos de pavimentación, el Distrito les está subiendo el nivel a las calles para evitar el estancamiento de las aguas con cada aguacero. Esos empozamientos facilitan la proliferación de insectos, como el mosquito que transmite el dengue.

Otra de las compensaciones que Telma le pidió al Distrito por esas obras fue la construcción de una cancha deportiva óptima, para el esparcimiento y recreación de los niños y jóvenes, en el mismo lugar en que ella y la comunidad adecuaron una.

La respuesta distrital aún no llega.

El trabajo de Telma con el Distrito continúa. 

Como parte del dragado y relimpia del Juan Angola, la Empresa de Desarrollo Urbano de Bolívar (Edurbe) seleccionó a la Fundación Cartagena es Manglar para la implementación de programas de educación ambiental y fortalecimiento comunitario en las zonas adyacentes al caño.


Esa alianza busca “garantizar la protección del Juan Angola e involucrar a las juntas de acción comunal”, explicó Fanny Guerrero, gerente de Edurbe.

Aunque las acciones de ciudadanos como Telma han aportado al rescate del Juan Angola y el Distrito ahora tiene mayor presencia en el cuerpo de agua, la comunidad continúa solicitando intervenciones duraderas y sostenibles a largo plazo.

Mientras eso pasa y el gobierno de Dumek Turbay cumple su promesa de transformación total del Juan Angola, los niños juegan en aguas contaminadas. 

Quizá en unos años conozcan y huelan una realidad diferente, como la que en las décadas de los 60 y 70 vivió una niña llamada Telma. Medio siglo después, ella aún guarda la esperanza de que el caño de su infancia vuelva a respirar vitalidad.

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