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Aunque no cerraron en toda la cuarentena las tiendas de barrio de Cartagena vieron disminuidas sus ventas y en medio de esa afectación en sus finanzas han tenido que invertir en protocolos de bioseguridad . /Foto: Antonio Canchila García

“La compra y venta presencial en las tiendas no se puede acabar; tenemos que seguir innovando”: Jonh Herrera

La implementación de protocolos de bioseguridad es uno de los retos que asumen los tenderos de Cartagena en esta nueva normalidad. Jonh Fredy Herrera, representante del gremio que los agrupa, explica cómo trabajan para que esas medidas y el distanciamiento en sus locales sea un atractivo que atraiga más clientes.

*Esta entrevista forma parte de la serie ‘Pensar el territorio, pensar lo que viene’.

Un estudio de ServiInformación, empresa especializada en inteligencia de datos y soluciones digitales, detalla que uno de los sectores económicos más golpeados en Colombia por la pandemia por coronavirus ha sido el comercio al detalle, que presentó una caída del 69%. El mismo estudio señala que el 4% de los tenderos en Colombia cerró sus negocios durante la primera quincena de abril, dos semanas después de iniciada la cuarentena nacional.

El panorama en Cartagena no ha sido distinto, en especial para las tiendas de barrio que, aunque han seguido abiertas, sí han visto disminuir sus ventas por varios factores, entre ellos el pico y cédula, y los toque de queda y Ley Seca implementados por la Alcaldía desde el primer día del aislamiento.

Al desafío que tienen los tenderos de mejorar sus ingresos económicos este semestre, se suma la implementación de protocolos de bioseguridad para garantizar ventas presenciales seguras.

Para conocer detalles de cómo ese gremio ha asumido los cambios impuestos por la emergencia sanitaria, La Contratopedia Caribe conversó con Jonh Fredy Herrera, presidente de la junta directiva y representante legal de la Unión de Tenderos y Comerciantes de Cartagena (Undetco), que reúne a 600 comerciantes detallistas, la mayoría de ellos tenderos de esta capital.

 

Jonh Fredy Herrera, representante legal de la Unión de Tenderos y Comerciantes de Cartagena (Undetco) Foto: Cortesía

 

La Contratopedia Caribe.  Hoy, cuando ya en Cartagena han disminuido los contagios y cifras de fallecidos, ¿qué puede decir de cómo ha sido la pandemia para los tenderos?

Jonh Fredy Herrera. Desde antes de la pandemia, veníamos con una problemática en los barrios por el ingreso de las grandes superficies en plataformas pequeñas. Eso nos generó una competencia muy desleal: cómo comercializar unos productos a un precio tan bajo, cuando ni siquiera el productor de esos productos los ofrece a ese precio. Esto nos llevaba abajo y muchos informes a nivel nacional muestran cómo en pocos años ha cerrado un número considerable de negocios, específicamente tiendas.

Aquí en Cartagena ha habido una disminución en las ventas de más del 60 por ciento por la pandemia. Algunos se preguntan: ¿por qué si las tiendas nunca cerraron, las tiendas continuaron abiertas y han seguido trabajando? Desconocen varios factores: se nos presentó una restricción de horarios muy drástica. En Cartagena, desde el primer día de aislamiento, a mediados de marzo, estaban permitidas las ventas  hasta las cuatro de la tarde y a partir de finales de julio hasta las seis.

Si analizamos, de cuatro de la tarde a ocho de la noche o de seis de la tarde a diez de la noche son las horas más calientes para este sector en sus ventas, porque nuestros clientes principales son los trabajadores de la ciudad: el que se rebusca en la playa y en el Centro Histórico, el que trabaja en los hoteles, en los restaurantes y en las discotecas. Entonces, a esa hora, cuando llega a su casa, es cuando puede comprar la comida de la noche y lo que va a dejar para el otro día. Sabemos que ahora en Cartagena no hay Centro Histórico, ni playa, ni hoteles, ni restaurantes. 

El otro cliente es el mototaxista, que también se ha reducido. Y hay que sumar algo más: desaparecen los colegios, que también son vitales para nosotros por la merienda para el niño: el pasaboca, la gaseosa, el líquido. 

LCC. ¿Conversaron con el gobierno local sobre los horarios? ¿Cuál fue la respuesta?   

JFH.  Entendemos que ningún gobierno estaba preparado para esto. Se tomaban decisiones basadas en experiencias de otros países y dependiendo del comportamiento del virus en las ciudades. Sabemos que nuestra ciudad, al principio, tuvo uno de los más altos niveles de propagación. Eso cerraba la posibilidad de ampliar el horario. 

Sin embargo, mostramos cómo en muchas ciudades de Colombia las tiendas trabajaban hasta las ocho de la noche y cómo los toques de queda eran funestos: estaban generando aglomeraciones el día antes y el día después. Nos dimos cuenta de cómo aumentaban los contagios. Desde finales de junio no hay toques de queda. Mira cómo vamos y cómo hemos venido, con una curva un poco más baja.

LCC. ¿Qué reporte da el gremio cartagenero sobre cierres de sus tiendas, sobre todo cuando todo empezó?   

JFH.  Nosotros tenemos afiliados que son tiendas – terrazas. Estos espacios ayudan a mantener el negocio y no sabemos cuándo volverán a funcionar. Un 10 por ciento de los afiliados tuvieron que cerrar: unos 60 negocios, más que todo en los estratos 1, 2 y 3. La razones para ese cierre fueron varias: “las ventas no me dan para cubrir los gastos”, “es imposible endeudarme porque no tengo cómo hacer un convenio de pago”. 

Hasta conseguimos convenios con entidades bancarias, pero la gente no quiere endeudarse, porque no sabe cuándo va a empezar una normalidad más cercana a la de antes. Entonces, hacer un préstamo que se va rápido y quedar con una deuda es peor. Lo que esperamos es que el Gobierno brinde, nuevamente, facilidades de crédito para que esta gente pueda volver a surtir, a llenar sus negocios con mercancías y salga adelante.

LCC. ¿Cuáles productos se han vendido más y cuáles menos durante la pandemia?   

JFH.  Al comienzo, la prevención llevó a que todo el mundo se surtiera de lo principal: arroz, huevos, salchichón y las cositas de aseo principal. Con el transcurso de los meses lo que más se ha vendido ha sido el arroz, los huevos y las carnes frías de rotación, es decir, el salchichón y la salchicha.

Pero sí han bajado considerablemente los líquidos, porque el cierre de los colegios anuló las maltas, los jugos y los lácteos. Por otro lado, los licores, pues se suspendió su venta totalmente. 

En cuanto a verduras y frutas, nuestra ciudad maneja un ritmo que depende de la cantidad de mercancía que entre al mercado de Bazurto: si entra un camión de plátanos, pues los plátanos van a estar costositos, pero si entran tres camiones pues van a valer más económicos. En términos generales no se ha reportado un alza o una escasez. En algún momento los huevos se incrementaron, pero volvieron a bajar y se han mantenido ahí.

LCC. Con esta nueva normalidad la dinámica de compra y venta en las tiendas ha cambiado. ¿Cómo venden ahora?   

JFH.  El aislamiento nos puso contra la pared, por ese miedo y ese temor hacia la tecnología, que es fundamental en esta nueva realidad, pero tocó enfrentarlo. 

Hemos tenido que innovar, no con el uso de tanta tecnología porque para nosotros es clave la venta presencial, pero sí con el uso del whatsapp, del domicilio, del teléfono o del volante entre los clientes más cercanos. El domicilio ha sido lo que más ha crecido: si una tienda no lo tenía le tocó implementarlo y si ya lo tenía le tocó mejorarlo.

LCC. ¿Qué tanto ha cambiado la pandemia las relaciones de los tenderos con sus mayoristas? ¿Cómo están adquiriendo los productos para surtirse?   

JFH.  Desde hace varios años, muchas empresas han ido excluyendo al preventista (el vendedor que visita los establecimientos de comercio y toma los pedidos que luego serán enviados) y todo lo hacen por llamada o plataforma virtual. Tener ese servicio ha ayudado mucho, pero la plaza de Mercado de Bazurto sigue siendo el principal abastecedor de las tiendas en la ciudad.

Pienso que la relación tendero – mayorista se ha fortalecido porque el mayorista llama más para que el tendero no se arriesgue yendo al mercado. Los mayoristas del Mercado de Bazurto fidelizaron más a sus clientes estos meses con el servicio a domicilio.

LCC. ¿Cómo cree que deben visionarse las tiendas de ahora en adelante y qué tan preparadas están para ese cambio de la compra presencial por la compra virtual o los pagos por transferencia?   

JFH.  La verdad es que la compra y venta presencial no se puede acabar, porque es una de las características principales del sector de tenderos. Que tenemos que innovar en lo virtual, claro que sí; que tenemos que seguir aprendiendo y buscando el espacio para tener más clientes, claro que sí. 

No creo que habrá un cambio total a lo virtual. Pienso que lo que sí va a crecer mucho serán los domicilios: la compra telefónica, por Whatsapp y de pronto alguno que otro que use las plataformas.

LCC. ¿Cuáles son las medidas que, como gremio, sienten deben tomar los gobiernos nacional y local para facilitar la adaptación de las tiendas a esta nueva realidad?   

JFH.  Necesitamos conciencia de las administraciones locales y nacional de que este es un sector muy limitado en recursos. Las competencias que hemos tenido son fuertes y desleales, y han generado que este sector trabaje no a ganancia sino para sobrevivir. Entonces, aquí lo que necesitamos es que haya conciencia en el tema de las obligaciones tributarias: cada vez hay más exigencias para este sector.

Para funcionar debemos tener un sin número de documentos al día, que nos cuestan un poco de plata y que hay que estar renovando constantemente y a veces sin necesidad. Ahora tenemos que implementar los protocolos de bioseguridad y el tema es complicado: hay que registrarse en una página de la Alcaldía, montar un documento en PDF con los protocolos, subir el certificado de Cámara de Comercio, ingresar información sobre los empleados y esperar que nos manden unos códigos QR para que los empleados puedan movilizarse. Esos trámites no los hace todo el mundo. Hay que pagarle a alguien para que los haga y eso nos genera un gasto adicional.

Entonces, es un tema de conciencia, de no recargarnos con más impuestos ni más cargas económicas. En estos momentos, los que no han cerrado se están endeudando en servicios públicos y arriendos, o tienen un local propio, pero no están generando ingresos a veces ni para sostener a los trabajadores. Hay que mirar qué podemos hacer con los impuestos este año y el año que viene: cómo exonerarnos o cómo minimizarlos.

LCC. Dentro de esas nuevas exigencias para prestar servicios está la implementación de los protocolos de bioseguridad. ¿Qué tanto dinero deben invertir para cumplir con esas medidas?   

JFH.  Hay que invertir y no lo vemos como un gasto. Nosotros en Undetco les hemos dicho a nuestros afiliados: según tu protocolo de bioseguridad, cómo lo implementes, cómo se lo exijas a tu cliente, cómo le enseñas a usarlo a tu cliente, el protocolo se vuelve un producto que atrae más clientela, porque la gente va a buscar el lugar donde se sienta más segura para comprar. 

Si en la tienda de la esquina no respetan el distanciamiento, pues yo no mando a nadie a comprar allá, pero si en la tienda de la esquina veo que tienen avisos, que usan tapabocas, que tienen espacio para el lavado de manos, que respetan que adentro haya solamente una o dos personas en sus puestos de compra, si obligan a que haya una fila con el distanciamiento, seguro que yo voy a esa tienda a comprar. 

En un principio no sabíamos qué eran los protocolos de bioseguridad o cómo había que implementarlos. De forma muy casera empezamos a protegernos y a proteger a nuestros clientes. Hoy tenemos conocimiento que sólo un tendero adquirió Covid y ya se recuperó. Al tendero es al que le ha tocado recibir a los clientes sin saber cómo se cuidan, recibir a todos los que lo abastecen sin saber cómo se cuidan o cómo manipulan los productos. Le ha tocado tener que ir a un mercado a arriesgar la salud.

LCC. ¿Desde Undetco han apoyado a los tenderos que no han podido inscribirse en esas plataformas del Distrito?   

JFH.  Nosotros les prestamos varios servicios a nuestros afiliados, entre esos el trámite de sus protocolos. Se les hace la inscripción, se montan los documentos y después se hace la solicitud de los códigos QR. Hemos tenido algunos inconvenientes en ese proceso, porque es una página web que se congestiona o le hacen mantenimiento.

LCC. ¿Las nuevas formas de comercio en línea les han significado inversiones en datáfonos?   

JFH.  Muy pocos tienen los datáfonos implementados. Lo que sí tenemos es un convenio con una caja de compensación de la ciudad que creó una billetera móvil. Los beneficiarios de ese sueldito, que les llega mensualmente por cada hijo, tienen un programa que se llama billetera móvil. Si el tendero está inscrito en ese programa el cliente puede pagar con unos códigos de celular a celular. Ahí el tendero no invierte nada. Ya tenemos a muchos implementando este sistema y les ha ido muy bien.

LCC. Otro aspecto que es probable que haya cambiado mucho es la composición del personal en las tiendas. ¿Cómo ha impactado esta pandemia ese aspecto? ¿Han tenido que despedir a mucha gente o han tenido que, por el contrario, reforzarse para dar abasto con los domicilios?   

JFH.  Con unas ventas tan bajas es complicado contratar personal y los tenderos que han podido mantener a sus trabajadores lo han hecho con convenios de mutuo acuerdo. Al tendero le ha tocado, en algunos casos, atender la tienda, que su esposa haga los domicilios y que el hijo sea el celador. 

Algunos tenderos ya tenían el sistema de domicilio implementado. Otros apenas han empezado y les ha tocado con la familia. Ha tocado volver el núcleo familiar parte del trabajo activo de la tienda.

LCC. ¿Hay algunas capacitaciones sobre esta nueva realidad para el gremio de tenderos?   

JFH.  Con la Cámara de Comercio hemos gestionado un programa que desarrollamos desde hace dos años, que se llama la Escuela Detallista, que es una formación en varias áreas, dos veces a la semana. Eso ha sido bastante fructífero. Este año se hizo virtualmente, con una sorpresa grandísima: la asistencia se duplicó. Ahí se tocaron temas relacionados con lo que estamos viviendo: compras y ventas virtuales, desafíos del marketing, cómo hacer la contabilidad ahora y el componente psicológico para manejar a los clientes y a la familia.

LCC. Cuando haya esa reapertura, ¿cree que hay reintegro de algunas personas que pidieron su empleo o será mucho más limitado el personal que trabaje en una tienda de aquí en adelante?   

JFH.  Al volver muchos sectores a trabajar de manera presencial puede cambiar la composición de trabajadores en las tiendas. Si mi hijo ha trabajado conmigo, todo este tiempo, porque su empresa cerró y mañana vuelve a trabajar, pues ya él generará sus ingresos y con lo que me costaba aquí en la tienda puedo contratar un trabajador.  Pero a uno como tendero le toca hacer de todito hasta que tenga una capacidad de pago, porque uno no puede generar gastos por encima de sus ingresos. Entonces, ahí queda como una pequeña zozobra: cómo se reactivará la economía en este sector, cómo serán las ventas.

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