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Las medidas de autocuidado acompañarán a la población cartagenera los próximos meses de pandemia. /Foto: Ofiprensa Alcaldía de Cartagena.

“Deberíamos tener ubicados al menos al 90% de los positivos”: Nelson Alvis

Entre los desafíos a los que se enfrenta Cartagena, los próximos meses de pandemia, están adoptar medidas masivas de autocuidado y garantizar el acceso a elementos de bioseguridad, especialmente, entre los ciudadanos más pobres, cuyas viviendas no están en condiciones óptimas para garantizar aislamientos eficaces ante potenciales nuevos contagios.

*Esta entrevista forma parte de la serie ‘Pensar el territorio, pensar lo que viene’.

En marzo, cuando el coronavirus llegó a Colombia, Cartagena era una de las capitales que más preocupaba a las autoridades nacionales por su frágil sistema de infraestructura sanitaria. Ahora con más del 70% de sus 16.351 casos recuperados, tras haber ocupado los primeros lugares de mortalidad nacional por Covid-19, la capital de Bolívar enfrenta un verdadero desafío en salud pública ante la apertura progresiva de su economía.

Ese desafío pasa por la adopción de medidas masivas de autocuidado y de acceso a elementos de bioseguridad, especialmente, para la cuarta parte de la población que vive en la pobreza y sin condiciones óptimas para garantizar aislamientos eficaces ante potenciales nuevos contagios.

Para entender mejor algunos de los retos en salud pública a los que se enfrenta Cartagena en este nuevo semestre de pandemia, La Contratopedia Caribe entrevistó a Nelson Alvis Guzmán, médico, magíster en Salud Pública y miembro del comité científico de Alzak Foundation, un centro de investigación cartagenero que se ha convertido, las últimas semanas, en una fuente de consulta obligada para entender el comportamiento del virus en la ciudad.

Nelson Alvis.

La Contratopedia Caribe. Desde hace semanas, Cartagena viene registrando mejores indicadores de contagios y muertes. ¿Uno podría decir que la ciudad ya pasó su primer pico?

Nelson Alvis. No podría afirmar que ya hemos pasado el pico. Lo que creo es que estamos en un comportamiento, probablemente, tipo meseta. Hay dos cosas que nos orientan sobre cómo va la pandemia: una es el sostenido uso de las unidades de cuidados intensivos. Cuando estemos por debajo del 50% creería que vendríamos de regreso en esta primera ola, pero mientras nos mantengamos por encima del 70% o del 80% tendremos un nivel de propagación de la enfermedad importante. 

La segunda cosa son las muertes. Nosotros publicamos, recientemente, un comparativo Cartagena – Barranquilla, ciudades con una estructura poblacional muy parecida.

Lo que observamos, teniendo en cuenta el tamaño poblacional y la distribución por edades, es que por cada caso que se presenta en Cartagena, dos se presentan en Barranquilla; por cada fallecido en Cartagena, tres se registran en Barranquilla. Todavía no se logra explicar, con la información disponible, cuáles son las razones de esas diferencias.

Barranquilla y Atlántico han venido por espacio de más de un mes en lo que se denomina exceso de mortalidad, es decir, cuando las muertes por una causa exceden la cantidad de muertes esperadas por todas las causas. Cartagena aún no ha tenido exceso de mortalidad.

LCC. Cartagena tiene dos laboratorios para el procesamiento de pruebas. ¿Son suficientes para detectar los contagios en la ciudad? 

NA. Mientras Bogotá cuenta con más de 20 laboratorios, nosotros en Cartagena tenemos dos. El número de pruebas que deberían estarse tomando no es el esperado. Las coberturas que tenemos aún son muy bajas. Es una problemática nacional. 

Además, nosotros no teníamos laboratorios con infraestructuras robustas. Una publicación del Ministerio de Salud de febrero de 2019 registra que por lo menos 11 de los 33 laboratorios de salud pública deberían construirse de nuevo. Uno de esos laboratorios referenciados era el de Salud Pública de Bolívar. Eso dice mucho de la capacidad instalada de Colombia para hacer vigilancia epidemiológica.

Al día de hoy todavía hay muchos departamentos que no realizan autónomamente sus pruebas sino que las realiza el Instituto Nacional de Salud. Por fortuna, las universidades, tanto públicas como privadas, y algunos centros de investigación contaban con una infraestructura que entró a apoyar y ha permitido que se procesen más de un millón quinientas mil pruebas.

La entrega de resultados es otro de los fallos estructurales en el manejo de la pandemia: el promedio que uno observa entre la fecha de envío de las tomas y el diagnóstico realizado para ciudades como Cartagena está entre 10 y 11 días. No es muy distinto en el resto de la región.  

El pasado 31 de julio, la Fundación Santo Domingo le donó un robot al laboratorio de la Universidad de Cartagena que le permitirá triplicar el número de pruebas procesadas por día.

Las primeras semanas de pandemia, ese laboratorio procesó hasta 400 pruebas diarias. En mayo pasó a procesar entre 680 y 1.000 pruebas diarias. Ahora, con esta nueva herramienta, el procesamiento diario podrá llegar hasta 2.000 muestras. 

Con esa suma, Cartagena podría procesar todas sus pruebas sin tener que acudir a laboratorios de otros territorios.

LCC. Y eso explicaría por qué esas cifras diarias de contagio son tan fluctuantes…

NA. El reporte diario no es una foto de lo que pasa el día anterior. Es una foto de lo que ha pasado, al menos, diez días atrás. Hay que tener eso en cuenta a la hora de interpretar las cifras.

LCC. El Ministro de Salud y algunos académicos han ponderado parte de las medidas de Cartagena para reducir la velocidad de contagio en los barrios, después de que en abril la ciudad fue uno de los principales focos del país. ¿Qué opina del modelo de atención comunitaria de la ciudad?

NA. En una reunión con varios colegas y funcionarios de la Alcaldía dije que lo más importante para controlar la propagación del virus era interactuar con los liderazgos comunitarios.

Me refiero a los que no aparecen en los medios de comunicación ni a los de épocas de elecciones, sino a esos que son continuos y contribuyen a interpretar las realidades en los barrios.

Esos son más cercanos y efectivos. Por ejemplo, la señora del hogar comunitario, el presidente de la junta de acción comunal.

Entiendo que hay cerca de 200 personas en todo el Distrito trabajando en los barrios para dar información y soportar el seguimiento de los casos a nivel domiciliario. 

Cartagena es una de las ciudades principales de Colombia con alto índice de pobreza. Hay personas que viven en unas condiciones que no permiten realizar un aislamiento preventivo eficaz. Solo basta con mirar las dimensiones de una vivienda de interés social o de los apartamentos que se construyen ahora: son espacios de 60 metros cuadrados, donde muchas veces hay dos familias, de hasta ocho y 10 personas.

LCC. Esas medidas parecieran estar dando resultado en barrios como Nelson Mandela y El Pozón, donde hubo unos puestos de mando unificado y cierres comunitarios al comienzo de la pandemia.

NA. El tema de las intervenciones no farmacológicas tiene mucho que ver con la credibilidad que tenga la autoridad de salud en la comunidad.

Es fundamental acercarse e interactuar con los líderes para vender la necesidad del autocuidado y la adopción de nuevas conductas grupales de protección. Para que eso se dé, debe haber mucho diálogo social.

Acá nos enfrentamos a escenarios en los que, en determinado momento, aparece una institucionalidad que nunca había aparecido o cuya existencia no era tan notoria. Lo primero que hace la gente cuando ve a los funcionarios es cuestionar. 

LCC. Esos son los barrios que han punteado en contagios desde que comenzó la pandemia…

NA. Sí, claro. Nosotros estamos frente a dos pandemias: una que viene desde hace mucho tiempo, que es la de la pobreza, y esta otra que estamos atravesando. No es extraño que cuando evaluemos dónde está la mayor proporción de contagios, aparezcan los barrios con mayores dificultades de la ciudad.

También tenemos un problema de información. Estimamos que no tenemos ubicados a uno de cada dos contagios. Lo ideal es que sepamos dónde vive o se encuentra cada persona contagiada, para realizar los aislamientos e intervenciones apropiadas.

Deberíamos tener un mapa de ciudad donde, por lo menos, el 90% de los positivos estén georreferenciados. Esa es una capacidad tecnológica que debemos fortalecer.

LCC. Pero Cartagena tiene la app Cuidémonos y también están los datos de la app nacional Coronapp

NA. Ambas apps lo que intentan es saber dónde está el ciudadano, independientemente de si tiene o no coronavirus. Se utilizan, básicamente, para mirar el nivel de movilidad de la población y qué tanto se respetan las medidas de confinamiento o no.

En lo posible debería recomendarse a las personas que son identificadas como positivas que bajen una aplicación o llenen un formato, pero eso es bastante complejo en nuestro contexto. Sobre todo, si los positivos están en comunidades que no manejan bien todas estas herramientas o no tienen acceso a ellas. Ese rastreo puede ser posible en comunidades altamente informadas y educadas.

LCC. Las cuarentenas parecen no ser suficientes para garantizar el control del virus y tampoco son económicamente viables. ¿Desde la Fundación Alzak han proyectado algunas medidas que podrían tomar las autoridades locales, los próximos meses, para evitar rebrotes?

NA. Para agosto y septiembre es clave que se garantice, por lo menos, el acceso a los equipos de protección personal no solamente a los trabajadores de salud sino a las personas que trabajan en el comercio, por ejemplo en Bazurto. 

Me llama la atención la precariedad de las mascarillas que usan los vendedores ambulantes. Uno los ve con unas telitas que no los protege lo suficiente. Sería una buena decisión de salud pública estandarizar unas condiciones mínimas para el uso de mascarillas en oficios como el de las ventas ambulantes, que tienen contactos frecuentes con público.  

También sería importante disponer en algunos sitios de la ciudad de fuentes de agua para el lavado de manos. 

Esas son las medidas que realmente funcionan: el distanciamiento social, el aislamiento, el uso de mascarillas, el lavado frecuente de manos. Todavía no tenemos una vacuna.

LCC. Usted decía recientemente en Twitter que le llamaba la atención que los medios, por momentos, privilegiaran las UCI sobre las medidas de prevención, pues lo importante es evitar que los pacientes lleguen a las UCI.

NA. ¿Por qué esta pandemia es importante? Porque es altamente letal. La OMS dice que la mortalidad por Covid-19 parece más alta que por influenza, especialmente influenza estacional.

Si bien tomará un tiempo comprender la verdadera mortalidad del Covid, los datos que tenemos hasta ahora indican que la tasa bruta de mortalidad (el número de muertes reportadas dividido entre los casos reportados) está entre 3% y 4%. Para la gripe estacional, la mortalidad suele estar muy por debajo del 0.1%. 

Sin embargo, la mortalidad está determinada en gran medida por el acceso y la calidad de la atención médica. Son tan importantes las medidas tendientes a fortalecer la atención hospitalaria de todo nivel como las medidas de atención primaria.

La atención primaria hoy cobra más relevancia en salud pública e implica intersectorialidad: no es un trabajo solamente de la Secretaría de Salud sino también de las secretarías de Participación e Infraestructura. Hay que garantizar la asistencia alimentaria en las comunidades y todo lo que se requiere para que la atención sea integral.

Hay dos poblaciones que preocupan, especialmente: los niños, que extrañan jugar y el recreo en sus colegios, y los adultos mayores, que no pueden reunirse con sus amigos como lo hacían antes, porque si salen corren mayor peligro. 

Los seres humanos somos gregarios por naturaleza y a nosotros nos cuesta pasar las 24 horas del día en el hogar. Somos, esencialmente, seres de espacio público. En el Caribe, sobre todo, la gente es de estar en la esquina, en la tienda del barrio. 

LCC. Entonces otro gran desafío de salud pública será la salud mental…

NA. Los equipos de salud pública deberían incorporar psicólogos y psiquiatras en esta nueva etapa de atención a la pandemia. Debería haber una línea abierta, exclusivamente, para que las personas que se sienten solas puedan llamar a conversar. 

LCC. Otro desafío que tampoco es minúsculo es la desinformación, sobre todo los mensajes que circulan por redes sociales y plataformas de chat…

NA. Nosotros tenemos una información en redes sociales muy caótica. Creo que, probablemente, el Gobierno no ha sido tan asertivo en relacionarse con las personas que tienen alta influencia, sobre todo a nivel de redes sociales, para explicarles en qué consiste el virus.

En nuestro medio ha habido todo un contingente de noticias falsas o de medias verdades, que son aún más peligrosas porque generan dudas o sospechas. 

Cuando salió el estudio de dexametasona, que es de los pocos medicamentos que han mostrado cierto grado de efectividad en la disminución de mortalidad por Covid, se disparó su venta, no sabiendo quienes lo compraron que es de uso hospitalario y para pacientes que necesiten oxígeno o estén usando terapia asistida por ventilador.

Es bien complejo el manejo de la información sobre el virus, especialmente, porque los círculos de redes que se arman tienen comportamientos distintos, que varían según el tipo de barrio y la intención con la que se envían los mensajes.

Una respuesta a ““Deberíamos tener ubicados al menos al 90% de los positivos”: Nelson Alvis

  • Totalmente de acuerdo. Me llamó la atención sobre el papel importante de los verdaderos líderes comunales y sociales. El caso sobre la Dexametasona, típico. La gente comprando para uso en casa sin informarse que es de uso intrahospitalario.

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