Abraham Dau, dueño de un gastrobar e hijo del alcalde William Dau, ha participado en varias manifestaciones recientes contra las medidas restrictivas de la Alcaldía por la pandemia. /Foto: Tomada del perfil en Instagram @Abraham_Dau.
Con medidas erráticas y la presión del turismo, Cartagena enfrenta tercer pico de Covid-19
Las restricciones de movilidad, adoptadas por la Alcaldía para mitigar el coronavirus, sacan a flote otra vez la permanente tensión turismo – ciudad en la capital de Bolívar. Con 313 fallecidos, la tercera ola ya es más mortal que la segunda, ocurrida entre diciembre y enero pasados.
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Cartagena transita su tercer pico de Covid-19 con sus médicos llamando a adoptar medidas de contención más severas, el gremio turístico pidiendo que lo dejen trabajar y parte de sus ciudadanos sintiendo que el alcalde William Dau improvisa a la hora de mitigar esta nueva fase de la pandemia.
Especialmente, un cambio de opinión reciente del mandatario sobre las condiciones del toque de queda que rige este fin de semana lo tienen en el centro del debate local, justo cuando la ocupación de unidades de cuidados intensivos (UCI) en esta capital supera el 90% y el virus ya deja 195 muertes en lo que va de mayo, 77 más que todo abril.
Más allá de eso, este pico toma a Cartagena con un sistema sanitario vulnerable y una oferta de UCI que, pese a su ampliación durante el último año, se acerca a su límite ante los nuevos contagios. Tal como ocurrió durante abril en Barranquilla y Medellín, y como ocurre desde hace semanas en Bogotá.
Tercer pico, cambios constantes y la presión por la economía
La tercera ola de contagios golpea con fuerza a Cartagena desde mediados de mayo. Los reportes diarios superaron los mil contagios la última semana y la ciudad registró 27 muertes en el último boletín epidemiológico del Instituto Nacional de Salud. Cifras superiores a las de su segundo pico, durante diciembre y enero pasados.
Ese reciente reporte, a corte del 21 de mayo, también registró 222 nuevos contagios. Con ese número, la ciudad suma 1.291 casos activos, 158 de ellos hospitalizados y el resto en casa.
Este tercer pico comenzó a gestarse desde mediados de abril, después de una Semana Santa abierta al turismo y sin restricciones para locales ni visitantes. El alcalde Dau, de hecho, fue su principal promotor.
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Cuando la temporada turística terminó, la Alcaldía restringió la movilidad. Situación similar a la ocurrida durante la temporada festiva de fin de año: pasado el Puente de Reyes Magos, con los turistas regresando a sus hogares, los cartageneros volvieron al toque de queda.
Pero las críticas a Dau le han llovido mucho más los últimos días por sus continuos cambios con el toque de queda. El domingo pasado, emitió un decreto en el que anunciaba el cierre de la ciudad desde la noche del viernes 21 de mayo hasta la mañana del lunes 24. Sin embargo, el martes, 48 horas después, se echó para atrás y anunció un horario más flexible: de 10 de la noche a cinco de la mañana del día siguiente.
También anunció que las playas —uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad— tendrían un horario de uso más amplio: de ocho de la mañana a seis de la tarde, todos los días. Ya no estarían cerradas los fines de semana.
Esas medidas están vigentes.
Dau dijo que esos cambios se daban porque tras un análisis de la ocupación de camas UCI, el viceministro de Salud Luis Alexander Moscoso había señalado que para los próximos días se esperaba “una leve disminución en el número de camas utilizadas”. Sin embargo, aseguró que Moscoso se había comprometido a entregarle a la ciudad diez nuevos ventiladores respiratorios una vez su ocupación UCI se acercara al cien por ciento.
El mensaje no solo fue contradictorio sino que las cifras de contagios que vendrían después (las de los últimos días) mostrarían un panorama distinto.
Las nuevas medidas anunciadas por Dau son, incluso, más flexibles que las que estuvieron vigentes en abril, cuando el toque de queda fue más estricto, pues de lunes a viernes regía de ocho de la noche a cinco de la mañana del día siguiente, mientras que sábados y domingos, comenzaba desde el mediodía; luego, desde las dos de la tarde, y más recientemente, desde las tres de la tarde. Además, las playas sólo podían disfrutarse de lunes a viernes, entre las ocho de la mañana y las dos de la tarde.
Esas medidas estrictas de abril y parte de mayo sacaron a las calles a los dueños de gastrobares, entre ellos el hijo del alcalde Dau, Abrahán Dau, propietario del restaurante bar El Arsenal The Rum Box.
Abrahán primero participó en un plantón en la Plaza de la Paz exhibiendo un cartel con la frase: “Papá, necesito poder trabajar como tú me enseñaste”. Después, el viernes pasado, gritó arengas contra su padre al son de un caldero, en los bajos del Palacio de La Aduana, sede de gobierno local.
Ese gremio de bares y restaurantes le había propuesto días atrás al alcalde que de lunes a jueves el toque de queda empezara a las 10 de la noche, y de viernes a domingo, desde las 11. La administración los escuchó, pero no acogió esa propuesta de inmediato y en la ciudad eso se interpretó como una derrota del hijo del mandatario, pues el padre no le había copiado su mensaje.
También pidió medidas más laxas el Consejo Gremial de Bolívar.
Toda esa presión económica y turística, sin embargo, terminaría pesando en las medidas vigentes. Dau las justificó —además de mencionar la ocupación UCI— por el “balance” que necesita hacer “con la economía”, informó la Alcaldía en un boletín de prensa.
Los cambios constantes de los últimos días no solo se han dado por el horario del toque de queda sino por su vigencia.
En un Facebook Live, Dau había dicho que, desde este sábado 22 de mayo y de forma “indefinida”, el toque de queda empezaría a las 10 de la noche. Apenas 24 horas después de ese anuncio, la Oficina de Prensa de la Alcaldía envió un nuevo decreto, que establece que la medida comenzaba desde el jueves 20 de mayo —no desde el sábado 22— y estará vigente hasta el 1 de junio —no por tiempo indefinido—.
Todas estas críticas a Dau son similares a las que recibió por su manejo del primer pico de contagios, el año pasado. En aquel momento también fue errático con los decretos de ‘pico y cédula’ y usó un discurso basado más en las emociones que en una narrativa técnica. Frases coloquiales como “deja de pendejear” o “si siguen saliendo van a caer muertos como moscas” fueron constantes en muchas de sus intervenciones.
En la otra orilla está el gremio médico, que insiste en medidas más severas para evitar un colapso total de la red de salud, cuya ocupación de camas UCI fluctúa desde el pasado sábado entre el 89 y el 92%. Es decir, por encima del 80%, el indicador límite para garantizar “seguridad, oportunidad y calidad” en la atención hospitalaria.
“Si seguimos así, vamos a tener conflicto con el suministro de oxígeno, relajantes musculares y anestésicos. Todos estos aspectos obligan a la Alcaldía a tomar medidas restrictivas, que aunque son odiosas son necesarias porque las próximas dos semanas van a ser críticas para Cartagena”, le dijo a El Universal esta semana Rubén Sabogal, presidente de la Mesa por la Salud de Cartagena y Bolívar.
La comunidad médica además advirtió posibles cambios en el comportamiento del virus en esta capital y sigue insistiendo en las medidas de autocuidado para evitar el contagio y la llegada a las UCI. Esas medidas no siempre se respetan en la ciudad y ese comportamiento es más evidente en temporada turística.
Las UCI y el sistema público vulnerable
Cartagena afronta este tercer pico con 360 camas de cuidados intensivos en su red pública, 67% más que cuando comenzó la pandemia. Esa dotación inició en abril del año pasado, como parte de una estrategia de la Alcaldía para habilitar camas de atención exclusiva a pacientes positivos, probables o sospechosos.
Hasta febrero pasado, esa expansión iba en su séptima fase, le respondió a La Contratopedia el Departamento Administrativo de Salud (Dadis) al ser consultado vía derecho de petición.
Con ese aumento, la ciudad alcanzó 1.796 camas hospitalarias públicas, distribuidas entre hospitalización general, cuidados intensivos y cuidados intermedios.
En ese aumento fueron clave las obras de remodelación del Hospital Universitario del Caribe, principal centro médico en la atención de contagiados con coronavirus en Bolívar que recibe a pacientes de Cartagena y los municipios.
La Gobernación de Bolívar invirtió $12.616 millones en la remodelación de dos pabellones, cerrados desde 2003 por los problemas financieros del hospital. El Distrito de Cartagena además firmó un convenio con el hospital y le aportó $3.323 millones.
La Contratopedia consultó con el Dadis el costo total del plan de expansión de camas UCI del último año, pero esa entidad aseguró no tenerlo y trasladó la petición informativa a la Oficina Asesora para la Gestión del Riesgo de Desastres de la Alcaldía para que se pronuncie al respecto. Este medio aún no recibe respuesta.
Desde que la pandemia comenzó el año pasado, Cartagena fue una de las primeras ciudades que tuvo los reflectores nacionales encima por la vulnerabilidad de su sistema sanitario.
Su red pública cuenta con tres IPS (Ese Hospital Local Cartagena de Indias, ESE Maternidad Rafael Calvo y ESE Universitario del Caribe), pero con una infraestructura que acumula 17 elefantes blancos.
Esa fallida revolución de cemento le pasa una cuenta de cobro a la ciudad en tiempos de pandemia, al no tener cómo garantizarles a sus habitantes la suficiente atención sanitaria de primer nivel. Por eso, ante síntomas leves de cualquier enfermedad muchos cartageneros asisten a los hospitales, especialmente congestionados por los pacientes graves por coronavirus durante los picos de contagios.
Este tipo de buen periodismo, de datos ,información y claridad es el que necesita la ciudad y sus dirigentes , quienes hacen en muchas ocasiones oídos sordos del oficio de informar. Felicitaciones.