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Con el paro de transportadores en Barranquilla y Soledad, millares de ciudadanos se quedaron sin transporte para movilizarse desde y hacia sus lugares de trabajo a inicios de agosto. /Foto: Cortesía.

Con el crimen disparado, Barranquilla pone en riesgo su imagen de ‘buen vividero’

Los últimos hechos delincuenciales, que tienen a la capital del Atlántico en primera plana, reiteran la existencia de unas dinámicas criminales y golpean la marca de ciudad que la Alcaldía vende desde 2008.

Dos semanas después de una protesta de conductores que paralizó a Barranquilla y parte de su área metropolitana durante dos días, volvieron los atentados contra el transporte público en el área metropolitana. 

Este lunes, antes de las 5:00 de la mañana, un conductor de la empresa Coolitoral denunció que uno de los buses recibió cuatro disparos, cuando comenzaba su recorrido en el barrio Manuela Beltrán, de Soledad. El chofer resultó ileso.

La Policía dijo que se trató de un hecho para minar la confianza ciudadana y no descartó que fuera un atraco. Asunto que los conductores negaron y, por el contrario, se lo atribuyeron al crimen organizado que los presiona desde hace semanas para el pago de extorsiones.

La zozobra en el gremio transportador tiene asidero: en julio pasado, en menos de 10 días, tres conductores fueron asesinados; el segundo semestre de 2021 perdieron la vida dos y dos más resultaron heridos. Además, explotó una granada en el parqueadero de una empresa. 

Y hace casi una década, entre 2013 y 2014, hubo una seguidilla de tiroteos que les costaron la vida a varios de ellos y a empleados del chance.

La extorsión es uno de los principales delitos en los disparados indicadores de criminalidad de Barranquilla. De hecho, si no se reorientan “apropiadamente las estrategias de seguridad”, la capital del Atlántico corre varios riesgos a corto y mediano plazo, según la más reciente nota informativa del Observatorio de Seguridad Ciudadana de la Universidad del Norte. Ese reporte detalla que puede haber:

  • Mayor deterioro de la convivencia ciudadana.
  • Fortalecimiento del crimen organizado y de la delincuencia común.
  • Aumento de la percepción de inseguridad.
  • Pérdida de la imagen que Barranquilla ha proyectado la última década como “principal centro de inversión y relacionamiento en el Caribe colombiano”.

Ese informe reciente enciende varias alarmas por la presencia de grupos vinculados con actividades paramilitares o insurgencia criminal; bandas locales que prestan servicios a organizaciones de mayor poder y delincuencia común.

Actores sobre los que el Observatorio ya había advertido el año pasado. También La Liga contra el Silencio en un reportaje periodístico sobre  la guerra que protagonizan Los Costeños y el Clan del Golfo. Y los investigadores Luis Fernando Trejos y Reynell Badillo, quienes han documentado cómo la disputa territorial dejó de ser silenciosa y se volvió evidente en la cotidianidad de Barranquilla metropolitana.

Más homicidios y extorsiones en 2022 

Con 365 homicidios, Barranquilla cerró 2021 como el año más violento de los últimos cuatro. Y en lo que va de 2022 la violencia no merma, pues el primer semestre dejó un 10% más de asesinatos que el periodo enero-junio de 2021, informó el Observatorio de Uninorte.

Según datos de ese centro académico, hay cuatro áreas de Barranquilla que han concentrado la mayoría de los homicidios, los últimos siete años:

  • El suroriente
  • El suroccidente
  • El corregimiento La Playa
  • Las Flores
Zonas de Barranquilla que más registraron homicidios entre 2014 y 2021.

Todos esos sectores tienen en común índices históricos de necesidades básicas insatisfechas y una millonaria inversión distrital en infraestructura, durante la última década, que intenta resarcir esa realidad, pero no aborda los problemas estructurales de violencia.

Además de los homicidios, el semestre pasado aumentaron las lesiones personales, los hurtos, la violencia intrafamiliar y la extorsión. Este último fue el delito que más subió: de 52 denuncias, Barranquilla pasó a 81. 

La extorsión también repuntó en los municipios de Soledad, Malambo y Puerto Colombia, cuyas cercanía geográfica y dinámica económica están estrechamente relacionadas con Barranquilla. Lo que allí pase, la capital del Atlántico lo siente por ser el polo económico del departamento.

Además, las medidas que adopten o no los gobiernos municipales en materia de seguridad también inciden en Barranquilla. Especialmente, lo que hagan los dos municipios más poblados del área metropolitana: Soledad, en manos de Rodolfo Ucros, y Malambo, liderado por Rummenige Monsalve. Ambas administraciones tienen una institucionalidad deficiente y están altamente politizadas.

Justo por las extorsiones y asesinatos (tres en menos de 10 días) pararon los transportadores a inicios de agosto. Esa parálisis dejó al descubierto el poder del crimen organizado, pues sus hombres fueron capaces de:

  • Sembrar terror en una conurbación que supera los dos millones de habitantes, sumando a Barranquilla, Malambo y Soledad.
  • Dejar a millares de ciudadanos sin las principales rutas de transporte público en el área metropolitana para movilizarse desde y hacia sus trabajos.
  • Interrumpir la operación de Transmetro, el sistema masivo de Barranquilla.
  • Obligar a las universidades a programar sus clases virtuales y al sistema escolar público a cancelar la mayoría de sus actividades.
  • Llevar a la Policía, las alcaldías y la Gobernación del Atlántico a realizar consejos de seguridad extraordinarios, con la presencia del ministro del Interior.
  • Obligar a la Policía y al Ejército a organizar corredores de seguridad para que los conductores recuperen parte de la confianza perdida y sigan trabajando, sobre todo en Soledad y el sur de Barranquilla. 

Por ese demostrado poder del crimen organizado, el Observatorio de Uninorte les hizo varias recomendaciones a las alcaldías del área metropolitana, a la Gobernación del Atlántico y a la Policía, responsables de la estrategia local de seguridad:

  1. Identificar el mapa criminal de la región Caribe para entender mejor las dinámicas del crimen organizado y la delincuencia común.
  2. Reorientar el Análisis Integral de Seguridad y Convivencia para que tomen las decisiones a partir de una mayor evidencia científica.
  3. Abordar la seguridad con enfoque metropolitano.
  4. Poner en marcha un plan de choque para actuar según la peligrosidad del delincuente, el tipo de delito y el recaudo probatorio que aumente las probabilidades de sentencias judiciales.

Golpe a la imagen de ciudad

Esta nueva ola de violencia —que no es exclusivamente local, se enmarca en un fenómeno nacional, agudizado por el Covid-19; y cuya respuesta también involucra a los alcaldes metropolitanos— golpea al grupo político Char, en la alcaldía barranquillera desde 2008 y cuyo discurso se había caracterizado por negar la existencia del crimen organizado.

La violencia también golpea la imagen de Barranquilla como buen vividero y destino atractivo para nacionales y extranjeros. Una marca a la que la Alcaldía y varias instituciones privadas apuestan desde dos frentes.

Por un lado, a través de una ambiciosa campaña (Ven, Vive Barranquilla) que comenzó a mediados de 2021, con la reactivación económica y después de la cuarentena por  coronavirus. Con ella, la Alcaldía de Barranquilla y la Gobernación del Atlántico buscan atraer a estudiantes, empresarios, jubilados y turistas a Barranquilla, destino que venden como seguro y atractivo para estudiar, trabajar o visitar.

El segundo frente busca posicionar a Barranquilla como epicentro de eventos internacionales, con su centro de convenciones Puerta de Oro y su creciente infraestructura hotelera. El año pasado, por ejemplo, fue sede del World Law Congress 2021 y de la Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Tanto el posicionamiento de buen vividero, como de plaza atractiva para celebrar eventos e invertir, va de la mano de una millonaria estrategia de mercadeo y comunicaciones, que ha consolidado un discurso de bienestar y progreso a nivel nacional. Tanto así que varias ciudades colombianas buscan replicar el modelo de gestión pública charista, cuyas goteras quedaron expuestas con la pandemia y recientes denuncias de corrupción.

La seguridad siempre ha sido un problema recurrente en Barranquilla y, aunque por temporadas pasa a segundo plano, la violencia recrudece y lo regresa a las primeras planas. La nueva seguidilla de extorsiones y asesinatos así lo ratifican.

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