fbpx
Juan Alejandro Tapia /Foto: Cortesía

[Opinión] Pumarejo

Aunque se convirtió en alcalde por la maquinaria electoral charista, Jaime Pumarejo ha demostrado tener vuelo propio. En su columna, Juan A. Tapia analiza cómo el mandatario ha logrado posicionarse a nivel nacional pese al mancillado apellido Char.

Jaime Pumarejo Heins no está cortado con la misma tijera de Alejandro Char, no vienen del mismo lado aunque sus caminos estén cruzados y de ese encuentro haya sacado el mayor provecho para su carrera política: de consejero para la Competitividad a secretario de Movilidad, gerente de Desarrollo de Ciudad, padre putativo del malecón, ministro relámpago de Vivienda y alcalde de Barranquilla antes de cumplir los 40 años.

Su historia recuerda a la de Juan Manuel Santos, quien llegó a la Casa de Nariño bajo la sombra protectora del entonces presidente Álvaro Uribe. Como Santos, Pumarejo no habría ocupado nunca el cargo de mayor importancia para los barranquilleros sin el respaldo del exalcalde Char y de su padre Fuad, patriarca del grupo político y empresarial.

Poco carismático, sin reconocimiento en las clases populares y portador de un apellido que evoca abolengo y riqueza en una época de resentimiento, los Char lo lanzaron al ruedo y confiaron en sus capacidades. A punto de terminar su mandato de cuatro años, la gran diferencia con Santos ha sido no traicionar a sus mentores, aunque en una que otra ocasión el ‘Pumita’, como es conocido en los círculos políticos, haya mostrado las garras.

Pero ha llegado la hora de desmarcarse, de montar toldo aparte. Si la intención de Pumarejo es proyectarse como un líder de talla nacional, su cercanía con los Char y las viejas costumbres políticas puede ser un lastre que no lo deje despegar. Y en esto sí debería tener como modelo al expresidente Santos, que partió cobijas con Uribe antes de que los escándalos y las investigaciones lo alcanzaran.

En las entrevistas de balance de su administración, Pumarejo ha reiterado que no está en sus planes lanzarse al Congreso, lo que deja ver su interés de no contaminarse con la suciedad del Legislativo. Es un hombre joven y su éxito recaerá en ser paciente y calculador mientras mantiene limpio su nombre. Con Alejandro Char fuera de cualquier posibilidad de aspirar a una dignidad más alta que la de alcalde de Barranquilla, la figura de Pumarejo es la llamada a llenar el vacío de liderazgo en la Costa.

La aprobación de su gestión, reflejada en las encuestas, ha disparado su imagen de buen administrador en Bogotá, donde la percepción cuenta más que la realidad. Es un costeño hecho a la medida de los cachacos, y con la experiencia de estos cuatro años, que parecieron diez debido a la pandemia, disipó las dudas sobre su preparación y carácter. Sin llegar a la indiferencia de Santos con Uribe, desde los primeros meses de su gobierno demostró que las decisiones en cuanto a nombramiento de funcionarios y asesores eran tomadas en el edificio de la Alcaldía del Paseo Bolívar y no desde el búnker de los Char en el Portal del Prado o la sede del Junior. No así en lo referente a contratación, lo que en el futuro podría costarle.

Hizo enfurecer a su antecesor por poner en venta la Triple A y ha habido desencuentros en los últimos meses por el manejo de la seguridad. Una de las banderas de Char en la campaña actual es acabar con las extorsiones a comerciantes y transportadores, para lo cual ha recordado, en clara indirecta a Pumarejo, que en sus dos periodos como alcalde “me levantaba a las 2:45 de la mañana todos días para hablar con el general de la región o el de la Metropolitana y exigirles respaldo”.

Contra viento y marea, el alcalde de Barranquilla sacó adelante el proyecto del Ecoparque Mallorquín y es probable que antes de finalizar su mandato deje en funcionamiento la playa recuperada de Puerto Mocho y el tren turístico. Ese es su legado, y lo defendió a costa de relegar obras que tenían mayor prioridad. Tanto está el sello de Pumarejo en la cacareada “biodiverciudad” que Char prefiere no mencionarla o lo hace con desdén.

Aunque Álex Char no tiene competidor en las elecciones del 29 de octubre, la llegada de un nuevo fiscal general en enero de 2024, el fiscal de Petro, podría aguarle la fiesta. No sólo son los indicios en su contra, sino la voluntad política de hundirlo. A pesar de su popularidad, que lo hace parecer intocable, el lodo amenaza con tragarse al hombre de la gorra raída, y Pumarejo lo sabe.

@jutaca30

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Suscríbete a La Contratopedia Caribe

Share This