Juan Alejandro Tapia /Foto: Cortesía
[Opinión] Meme futurista de una ciudad sin líderes
Con las candidaturas de Alejandro Char a la Alcaldía y Eduardo Verano a la Gobernación se hizo viral un meme que los muestra como eternos candidatos. En su columna, Juan A. Tapia ahonda en la falta de nuevos liderazgos políticos en Atlántico.
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Año 2043: vestido con bluyín deshilachado, camisa manga corta abierta hasta la hendidura del pecho y una gorra que amenaza con deshacerse sobre su cabello cano, el hombre de estatura media completa el escaneo de placa dental requerido para entrar a su despacho.
Son las 11:30 de la mañana y las oficinas de la Alcaldía de Barranquilla, que jamás fueron trasladadas a La Loma, permanecen abiertas las 24 horas en el viejo edificio del Paseo Bolívar desde que la inteligencia artificial reemplazó a la mayoría de los funcionarios.
Dos o tres décadas atrás, el hombre con apariencia de adolescente de los años 90 —salvo por las hebras blancas que se resisten a caer derrotadas ante la tintura— no acostumbraba llegar tan temprano a su despacho, pero la edad lo ha puesto a madrugar. Ha cumplido 77 años y no sabe si volverse a lanzar. Ya son cinco períodos intercalados en el primer cargo público de la ciudad y el trabajo comienza a aburrirle.
“¿Qué más, cuadro?… ¿Cómo va la vaina?”, saluda a uno de sus escuderos de siempre. Prefiere comentar con alguien de carne y hueso las novedades que trae la prensa sobre su gestión, que alcanza el 98% de favorabilidad, en vez de seguir los consejos de una máquina. “Todo positivo: primer lugar entre los alcaldes del país, y el 96% de la gente opina que la ciudad va por buen camino”.
A la misma hora, a pocas cuadras, un despacho se cierra en la Gobernación del Atlántico. Luego de supervisar in situ, desde las 6 de la mañana, la entrega de sacos de arena en Santa Lucía para prevenir una nueva inundación, el jefe se encuentra agotado. No es para menos, a sus 92 años lo mejor es tomarse un descanso para pasar por la cápsula de rejuvenecimiento celular.
Para su fortuna, el sur del departamento parece estar blindado. Así lo ha declarado él mismo a los periodistas, con esa voz serena de toda la vida que transmite confianza y respeto, aunque muchos piensen que debería darles vía libre a los que vienen detrás. Hace 20 años que lo piensan, a decir verdad.
Este escenario futurista se desprende de un meme que circula por grupos de whatsapp en el que aparecen los rostros de Alejandro Char y Eduardo Verano envejecidos con un programa de diseño, clara alusión a la falta de novedades en el panorama político local. ‘Los mismos con las mismas’ podría ser el título de la imagen, pero no sería justo atribuirles toda la responsabilidad de la ausencia de liderazgos que les hagan contrapeso.
Es indiscutible que la imposición de una narrativa de ciudad que exalta lo bueno sin admitir dudas ni cuestionamientos ha desestimulado la aparición de candidatos dispuestos a enfrentar a Char y, más importante todavía, de propuestas que apunten a otro modelo urbano y administrativo, pero también lo es que, salvo algunos colectivos punzantes en redes sociales, de los que surge una opción como la de Marco Orozco a la Alcaldía, poco o nada aportan los partidos políticos y la dirigencia empresarial a la renovación de rostros en el tarjetón.
Las corrientes progresistas y de izquierda, que le dieron la victoria a Petro en Barranquilla sobre Iván Duque en las presidenciales de 2018, desperdiciaron cinco años en atacar la hegemonía charista y no fueron capaces de formar un candidato para las regionales de octubre de 2023.
El Pacto Histórico, sumido en una lucha intestinal, no tiene ninguna posibilidad de arrebatarle el triunfo al exalcalde, y lo sabe. Es la verdadera razón por la que Char decide no hacer campaña e irse de viaje: no hace falta. ¿Para qué exhibirse, arriesgarse, esforzarse incluso, si es tan pobre lo del otro lado que basta con tomarse la foto para la Registraduría?
Verano, en cambio, no tiene el triunfo garantizado. Necesita el arrastre de Char para imponerse a Alfredo Varela y a Máximo Noriega, dos viejos conocidos de las contiendas electorales que amenazan la llegada a la Gobernación por tercera vez del veterano dirigente liberal. Varela, que ha dado brincos de una orilla política a la otra, corre el riesgo de pudrirse de maduro, y Noriega, si tenía alguna oportunidad, la echó a perder cuando decidió dedicarse a cargarle el maletín a Nicolás Petro.
El problema de la renovación de liderazgos no es tanto de estrategia como de tiempo. Confiaron en que la asunción de Gustavo Petro al Palacio de Nariño sería suficiente para sacar de carrera a Char, y por consiguiente a Verano, pero no contaron con el descalabro de la imagen del presidente en apenas un año. Quizá lo conveniente no sea el atajo, sino el proceso. Empezar por abajo, por un concejal, un diputado, para, quién puede saberlo, cantar victoria en 2043.
Excelente reflexión sobre no solo la falta de liderazgo en esta ciudad habitada por gente tan amable y empática, también sobre la falta de agenda y escenarios propios del debate edificante para discutir los problemas más fundamentales de esta comunidad: ética y corrupción, cultura ambiental, cultura vial, turismo productivo, entretenimiento y otro montón de asuntos que construyen a su velocidad una ciudad sustentable.