fbpx
Alfredo Sabbagh Fajardo /Foto: Cortesía

[Opinión] Infodemia

La hiperconectividad en la que vive la sociedad la expone a un exceso de información. En su columna, Alfredo Sabbagh plantea la necesidad de prevenir la abundancia de información y de decantarla antes de que se convierta en una creencia.

Wikipedia la define como la abundancia de información sobre un tema concreto, lo cual ya de entrada plantea como debate el considerar lo abundante como sinónimo de excesivo y negativo per se, concepción que creo errada por dogmática. El problema no es la abundancia sino el exceso, y puestos de acuerdo en ello digamos entonces que la infodemia es el exceso de información al que nos vemos sometidos en una sociedad hiperconectada y sin filtros, en la que nosotros mismos ocupamos simultáneamente, y por gusto, el puesto de cazador y presa.

Sobre la infodemia dice el respetado filósofo de origen coreano Byung Chul-Han en su texto “Infocracia” que estamos condenados a fracasar al combatirla ya que se ha vuelto resistente a la verdad. Parafraseando al citado autor, en un mundo en que la información, cualquiera que sea, buena o mala, cierta o falsa, real o no, se mueve a vertiginosa velocidad, la verdad sencillamente no puede alcanzarla; y cuando lo hace, ya el efecto de la infodemia es tal que la verdad ha sucumbido ante la versión que el receptor se forma de la información recibida. Para decirlo coloquialmente, la verdad llega cuando el daño está hecho. Ya, de hecho, perdió su carácter y respeto como verdad. En ese momento es una más de las versiones.

Por todo esto, sigue el autor, la democracia está en peligro. A todo momento se están tomando decisiones marcadas por los distintos estadios en que se mueve la infodemia. Las elecciones que le dieron la presidencia a Trump, el salir a “votar berraco” el referendo por la Paz convocado en el gobierno Santos, la salida de Inglaterra de la Unión Europea y el crecimiento de posturas cercanas al totalitarismo dentro de estructuras supuestamente democráticas están evidenciando en varios países del orbe son apenas ejemplos de lo que ocurre en una sociedad que no es capaz de procesar, filtrar, comprender y entender la información que recibe.

Aterrizado todo en nuestro contexto la situación es igualmente complicada. La polarización rampante en que estamos sumidos los colombianos marca lo que entendemos como verdad desde antes incluso que la información fluya. De hecho, aceptamos como información lo que estamos predispuestos a entender como cierto independientemente de las características o pesos de las pruebas y los hechos. La verdad sucumbe ante la versión, esa que leemos, escuchamos y vemos en los medios y redes que son afines a lo que creemos y que validamos como parlantes autorizados de una verdad preconcebida incontrovertible. La verdad en este punto es un asunto de fe, y bien sabemos ( o mal sabemos…) que, en el país del Sagrado Corazón, la razón nunca podrá ganarle a la fe.  O casi nunca, para no caer en el mismo absolutismo que se critica.

Quisiera ser optimista, pero no puedo. La infodemia no se cura. Liberar a alguien de ese contagio es, humilde opinión, tarea casi imposible. El trabajo que se debe hacer es en prevención, y ello implica educar para que la información se filtre, se decante y se confronte antes de que pase a ser parte de las creencias. Esto no es fácil ni se logra de la noche a la mañana, pero toca comenzar y desde temprano. Así como se enseña a leer y a escribir en el idioma materno, así debemos aprender a leer y comprender lo que se nos presenta como información. Lo que está en juego es el futuro de lo real.

@alfredosabbagh

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Suscríbete a La Contratopedia Caribe

Share This