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Inseguridad en Cartagena
Los cartageneros se sienten cada vez más inseguros por el repunte de homicidios y atracos, los últimos meses. /Foto: Policía Metropolitana de Cartagena.

‘En Cartagena estamos cayendo en una especie de anarquía y caos’: Freddy Goyeneche sobre inseguridad

Con el repunte criminal que la capital de Bolívar vive desde hace meses, aumenta la presión ciudadana sobre el gobierno de William Dau y la Policía por resultados más contundentes. La pandemia por coronavirus, como en el resto del país, agudizó varios delitos.

Las últimas semanas, la violencia y criminalidad han sido temas de debate en Cartagena por cuenta de atracos y homicidios frecuentes, que han aumentado la percepción de inseguridad entre los cartageneros. Según registros de prensa, en septiembre ocho personas han sido asesinadas por sicarios, cifra mayor que la de agosto pasado, cuando hubo cinco casos.

Los tres homicidios más recientes ocurrieron, el pasado fin de semana: un DJ salsero y su padre fueron asesinados en un bar de su propiedad, en Las Palmeras, y en San Fernando un vigilante murió por disparos que recibió de motorizados. Antes habían perdido la vida un médico, en el barrio El Country, y una joven en Chapacuá.

Esos crímenes, sumados a los robos que no cesan y a un enfrentamiento a bala el pasado lunes que dejó heridos a un agente de la Sijin y al supuesto guardaespaldas de un comerciante, evidencian cuán crítica está la seguridad en la capital de Bolívar.

Sobre este panorama —que no es asunto exclusivo de Cartagena, pero tiene a los cartageneros asustados—, La Contratopedia conversó con el economista y docente Freddy Goyeneche López, director del Centro de Observación y Seguimiento del Delito, Cosed.    

La Contratopedia Caribe. El repunte de delitos como homicidios y hurtos en Cartagena contrasta especialmente este 2021 tras un 2020 con cuarentena por coronavirus. Más allá de la pandemia, ¿qué otros factores están influyendo en este pico de inseguridad en esta capital?

Freddy Goyeneche. Además del Covid, hay unos factores socioeconómicos que son casi que causas estructurales de la violencia. Cartagena es una ciudad que, históricamente, ha mantenido unos altos grados de concentración del ingreso y una profunda polarización social derivada de esa concentración. 

Cartagena es una ciudad donde menos del 5% de su población, que tiene formalmente empleo, gana por encima de cuatro salarios mínimos. Esto no quiere decir que no haya gente que gane 50 millones de pesos, como pasa en Mamonal, sino que hay una hiperconcentración del ingreso y más o menos el 80% de los que tienen empleo formal ganan por debajo de dos salarios mínimos. 

Se dice que hay dos Cartagenas. Realmente, hay una sola Cartagena con una profunda contradicción. Cartagena tiene una situación muy sui generis, porque es una ciudad que genera riqueza como muy pocas en el país, pero esa riqueza está, altamente, concentrada. 

Tenemos una ciudad que es rica en producción, pero pobre para su población. 

LCC. Y, ¿qué tanto el repunte de los indicadores de criminalidad de los últimos meses, además de esos factores que menciona, se enmarcan dentro de la situación generalizada de inseguridad nacional?

FG. Para Cartagena la cuestión adquiere una mayor dimensión porque, producto precisamente de la pandemia, los elementos de carácter estructural se vieron afectados de mayor manera que en otras ciudades del país. 

Tanto que en Cartagena la pobreza aumentó considerablemente y la mejor forma de ilustrarlo es con la última encuesta del Dane, que registra lo que todo el mundo repite: en Cartagena aumentó el hambre. Eso obliga mucho más al rebusque y a la informalidad, y Cartagena ya venía comportándose con unos niveles de informalidad supremamente altos.

Si en Colombia la pobreza aumentó y era previsible, en Cartagena la cuestión adquiere unos niveles dramatiquísimos. 

El alcalde, precisamente de una manera torpe, pero no muy alejada de la realidad, decía que la gente robaba por necesidad. Podría parecer contradictorio que lo dijera el alcalde, porque es él quien tiene la responsabilidad de generar las condiciones para atenuar la pobreza. 

El alcalde nos dijo que iba a invertir miles de millones de pesos mensuales. No es una mala idea. En circunstancias como las que estamos viviendo, el Estado debe invertir. Debe buscar los mecanismos de inversión que generen, por esa vía, una distribución de ingresos.  

LCC. Cuando dice que el alcalde había prometido miles de millones mensuales, ¿a qué promesa se refiere?

FG. En su programa de gobierno, el alcalde prometió invertir miles de millones de pesos mensuales para distribuirlos en obras que generaran ingresos en los barrios. No lo ha hecho. 

Por ejemplo, 15.000 millones de pesos hubieran significado 180.000 millones de pesos anuales y algo hubiesen impactado esos recursos en la generación de ingresos, porque la mayor parte de la población de Cartagena obtiene sus ingresos de actividades informales. 

Si los barrios tienen problemas de andenes y el gobierno decide invertir en arreglarlos, entonces hay un impacto doble: se mejora el entorno, pero igualmente se genera una distribución de ingresos si son los mismos habitantes, a través de cooperativas, los que resuelven el problema.

LCC. En la situación de inseguridad que vive Cartagena, ¿qué tanto protagonismo tienen las bandas de crimen organizado? 

FG. Aquí hay bandas organizadas, no solamente el Clan del Golfo y demás, sino que igualmente se han organizado bandas de venezolanos

Además, Cartagena es ciudad puerto y se volvió un centro de exportación de drogas. Hace poco se cayó otro cargamento. En los últimos 10 meses aquí ha caído más de una tonelada de cocaína y cada vez que se cae un cargamento,  días después, aumentan los sicariatos. 

También ha aumentado el microtráfico, que se está convirtiendo en otra alternativa de ingreso, perversamente, para sectores abandonados a su suerte. 

LCC. Sin duda, cada tanto es noticia la incautación de droga en el Puerto de Cartagena.

FG. Si están cayendo cargamentos de 500 ó 400 kilogramos de cocaína, ¿cuántos más no estarán saliendo sin que lo sepamos? Esa cantidad de cargamentos, además, hay que relacionarla con los sicariatos. 

Eso ha sido así por años. Hemos analizado que, inmediatamente se cae un cargamento, en los siguientes 10 días aumentan los sicariatos. 

LCC. Y, ¿cuáles son las características del sicariato en Cartagena?

FG. Los sicariatos son economía informal porque generan ingresos. Ser sicario es una actividad que se está regularizando, perversamente, en la ciudad como alternativa de ingreso. 

Ahora tenemos una situación que antes no teníamos: sicarios criollos. Antes los sicarios eran importados, porque el ethos cartagenero no es un ethos de violencia, pero la irradiación de la violencia está cambiando eso.

Hace diez años, el Cosed advirtió que se estaban generando escuelas de sicariato, sobre todo en los corregimientos de la zona norte, para entrenar a muchachos de la zona suroriental. 

En 2020, aumentaron las muertes violentas en Cartagena principalmente por homicidios, que pasaron de 197 casos en 2019 a 232 en 2020, según datos del Instituto de Medicina Legal reportados por Cartagena cómo vamos en su reciente informe de calidad de vida.

Ese repunte se dio pese a la cuarentena y después de cinco años consecutivos de disminución sostenida. Hasta el 31 de julio pasado, Cartagena registraba 139 homicidios.

LCC. ¿Cuáles son los barrios en los que los jóvenes corren mayor riesgo de ser reclutados para el sicariato?

FG. Las zonas donde tenemos, por ejemplo, más pandillas, más consumo de droga por vía del microtráfico, son las comunas cuatro, cinco y seis. 

Estamos hablando de barrios como Olaya, El Pozón, La Candelaria. Son zonas que han desmejorado considerablemente. Esas tres comunas acumulan la mayor frecuencia de delitos sexuales, violencia intrafamiliar, madres cabeza de hogar y homicidios. Ahí están concentrados, además, los peores indicadores de deserción estudiantil de la ciudad. 

Todos estos elementos no pueden pasar desapercibidos a la hora de evaluar las condiciones de seguridad local desde el punto de vista territorial. 

El reciente informe de calidad de vida de Cartagena cómo vamos muestra que en esta capital los problemas de seguridad no son exclusivos de una zona, pero son más evidentes en la localidad de la Virgen y Turística, particularmente en la Unidad Comunera de Gobierno 6, de la que forman parte los barrios Olaya y El Pozón.

LCC. ¿Cómo es eso que antes los sicarios en Cartagena eran importados?

FG. Antes los sicarios venían contratados de otras regiones del país. Era muy extraño que tuviéramos un sicario cartagenero, pero ahora las capturas de la Policía están demostrando lo contrario. 

Ahora tenemos sicarios criollos. Eso no significa que no sigan llegando sicarios importados. 

El reciente reporte de calidad de vida de Cartagena cómo vamos muestra que cuatro de 10 homicidios ocurren, principalmente, en esta capital por motivos de violencia interpersonal.

Los demás, están asociados a violencias sociopolíticas, intrafamiliar y económicas, dentro de las que cabe el sicariato.

LCC. En cuanto a la restricción del parrillero, ¿qué tan efectiva ha resultado esa iniciativa para combatir la criminalidad? 

FG. Eso no ha resultado. 

Cuando se tomó la decisión de restringir la circulación del patrullero en ocho barrios de la ciudad, inclusive, en algunos la criminalidad aumentó. De los ocho barrios, por lo menos en seis, aumentó el número de hurtos en moto y con parrillero. 

LCC. Y en esa situación de inseguridad de los últimos meses, ¿cómo ha sido el comportamiento del hurto? 

FG. El hurto entra a jugar al tenor de lo que el mismo alcalde dijo. Que la gente busca la forma de sobrevivir y la forma de sobrevivir, muchas veces, no tiene que ver con la legalidad. 

No solamente estamos viviendo el impacto del Covid sino que estamos sufriendo el impacto de una combinación de factores entre los cuales la droga es, definitivamente, determinante, al igual que el crecimiento de la pobreza. 

LCC. Y en cuanto a las zonas que son más conocidas por ser turísticas, ¿cuáles son allí las características del delito? ¿Qué pasa en esos sectores? 

FG.  En el Centro Histórico, además del turismo, se concentran las actividades bancarias y lúdicas. Los delincuentes van donde hay posibilidades de que encuentren exitosamente los ingresos que necesitan. 

El Centro Histórico se ha convertido en un epicentro de cualquier expresión de delitos, pero sobre todo de los que tienen que ver con hurto. No es un tema de ahora. 

El fin de semana fue noticia una pelea entre una ciudadana y una agente de la policía, en la Plaza de los Coches, uno de los sitios más concurridos y turísticos del Centro Histórico, donde cada vez son más evidentes la prostitución y venta de droga.

La semana pasada había sido noticia el atraco del que fue víctima un hombre, también en esa plaza, a mano de dos mujeres.

LCC. En cuanto a los recientes anuncios de mayor pie de fuerza y dotación, ¿qué tanto cree usted podrán impactar estos indicadores de inseguridad?

FG. Aquí pueden traer a la guardia presidencial y cuando la traigan se va a producir el efecto esponja. La guardia presionaría, pero tan pronto quites esa presión, la esponja volverá a su volumen.

Una prueba de ello es que cuando aquí se celebró la Cumbre de Las Américas en 2012 hubo más de cinco mil agentes, entre esquemas de seguridad de los presidentes visitantes y las fuerzas locales. En ese mes la disminución de los homicidios alcanzó la mínima expresión. Si mal no recuerdo fueron 11. Tan pronto se fueron esos esquemas de seguridad, tuvimos un mes de 36 homicidios. 

Tú puedes aumentar el pie de fuerza. Tú puedes aumentar la tecnología, pero las razones objetivas que generan esa violencia delincuencial no desaparecen. 

LCC.También es cierto que esas razones objetivas pueden estar empeorando por la crisis de gobernabilidad que esta capital ha vivido durante la última década…

FG. La pobreza en Cartagena es fuente de violencia. Estadísticamente se puede demostrar; territorialmente se puede demostrar. En la misma medida en que en Cartagena ha habido un desmejoramiento de lo social y ha crecido el desgobierno, durante los últimos años, ha disminuido la seguridad ciudadana.

También hay otro factor y es que Cartagena está perdiendo rápidamente su identidad. Estamos cayendo en un limbo de valores y una sociedad que no se aglutina alrededor de sus valores, es una ciudad que se extravía. 

Cartagena no se está reconociendo a sí misma. Estamos cayendo en una especie de anarquía y caos. 

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