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[Opinión] Vicky

Juan Alejandro Tapia /Foto: Cortesía

[Opinión] Vicky

No es novedad que un periodista llegue a la presidencia ni que utilice un medio de comunicación para conseguirlo, lo diferente de Vicky Dávila es que sería la primera con título de Comunicación y que no pertenece a la oligarquía de la prensa bogotana, analiza Juan A. Tapia.

Victoria Eugenia Dávila Hoyos tiene todo lo necesario para ser presidenta de Colombia: oratoria incendiaria y conocimiento de las redes sociales y los medios de comunicación. Con eso le bastó a Donald Trump para mudarse a la Casa Blanca en 2016 y a Javier Milei para despachar desde la Rosada. Criticada por utilizar como plataforma de lanzamiento la revista Semana, que dirige con parcialidad de hierro desde noviembre de 2020, esta periodista nacida en Buga hace 51 años es la opositora más reconocida del presidente Gustavo Petro.

Históricamente, y a diferencia de otros países de la región, la prensa en Colombia no ha sido utilizada como instrumento político, sino para hacer política. Y si un oficio ha predominado entre los inquilinos del Palacio de Nariño es el periodismo. Partiendo del Frente Nacional, especie de línea divisoria de la Colombia moderna, la lista es larga y variopinta: desde estadistas como Alberto Lleras Camargo, que fundó en 1946 la revista que hoy dirige Dávila, hasta Andrés Pastrana, a quien no muchos recuerdan como presentador del noticiero TV Hoy en los años 80. Si algo diferencia la aspiración de Vicky Dávila es que sería la primera en conseguirlo con un título de comunicadora social en la pared.

Y, por supuesto, venir de provincia: vallecaucana con acento, costumbres y creencias de pueblo. Para la oligarquía periodística santafereña, que ha manejado por décadas la prensa y el país, lo peor de Vicky no es su estilo ni la manipulación frentera de los medios pertenecientes al Grupo Gilinski –Semana y el diario El País, de Cali-, sino su origen aborrajado.

De mantener su imagen favorable en las encuestas, Vicky Dávila podría convertirse en el ‘gallo tapao’ de la derecha dura para las presidenciales de 2026. Si finalmente decide aceptar el encargo, sus seguidores, que se cuentan por millones en las redes sociales, la pondrán a pelear codo a codo con su paisana María Fernanda Cabal, la autoproclamada aspirante del Centro Democrático, el partido de Uribe.

Desparpajadas y de sonrisa fácil, aunque puedan llegar a parecer de piedra si algo les preocupa o molesta, ambas llevan el estigma de la violencia paramilitar, y por el mismo motivo: su vinculación familiar con la Costa Norte. Por ese flanco llegarán los ataques de las candidatas del centro y la izquierda, Claudia López y María José Pizarro.

Vicky está casada con el médico José Amiro Gnecco Martínez, miembro de un clan familiar que ha controlado por más de tres décadas la política en el Cesar. Es hijo del fallecido Lucas Gnecco Cerchar, el primer gobernador elegido por voto popular en 1991, y reelegido en 1997, a quien la Corte Suprema de Justicia condenó a 24 años de cárcel, en 2009, por hechos de corrupción en sus administraciones, y ya en el año 2000 lo había sentenciado a 42 meses por constreñimiento electoral. Sus tíos, Jorge Gnecco, asesinado en 2001, fue señalado de impulsar el paramilitarismo en el Cesar desde la década del noventa, y Cielo, la “baronesa”, la “matrona”, exprimera dama del departamento, es investigada por secuestro y homicidio en persona protegida.

Un banquete para Claudia, María José y María Fernanda, en especial para las dos primeras: una politóloga aguerrida que hizo carrera por desnudar en la prensa los horrores de los paramilitares y sus vínculos con los clanes regionales, y la hija del jefe máximo del M-19, Carlos Pizarro, asesinado en un avión en 1990 por orden de los hermanos Castaño. Pero si algo tiene Vicky es boca para defenderse y para ordenarles a sus periodistas que encuentren los esqueletos en los armarios de sus contendoras.

Las cuatro son combativas, pero la única que podría arrebatarle espacio a Dávila en su terreno, que no es la plaza pública sino las plataformas digitales, es López. Curtida en la prensa por su pasado de columnista y opinadora, la exalcaldesa de Bogotá es un personaje tan mediático como Dávila. De ahí la guerra frontal contra su candidatura que ha empezado Semana. En cualquier caso, con cuatro mujeres liderando los sondeos, Colombia nunca había estado tan cerca de tener una presidenta.

@jutaca30

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