Juan Alejandro Tapia /Foto: Cortesía
[Opinión] Un peaje y una flor
La resistencia pacífica y voluntad de hierro de los integrantes del Comité No Más Peaje Papiros terminará por hacer que retiren la caseta. Pero mientras lo consiguen no pueden ser tratados como revoltosos o delincuentes por el antiguo Esmad.
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Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Así reza un adagio muy popular en Colombia, que refleja lo que ha sucedido con el antiguo Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), rebautizado en el mandato de Gustavo Petro como Unidad de Diálogo y Mantenimiento del Orden (Undmo), pero con la misma finalidad: ejercer el legítimo uso de la fuerza policial cuando la situación lo amerite. La diferencia ha recaído en que el primer presidente de izquierda ha preferido sacarlo a la calle lo menos posible y restarle el papel protagónico que tuvo durante el cuatrienio de su antecesor, Iván Duque.
En los comandos de Policía de todo el país la directriz es clara: la protesta ciudadana tiene protección constitucional y el respaldo del Gobierno. En esa línea de acción, la Undmo ha brillado por su ausencia durante los bloqueos que han paralizado a Barranquilla y su área metropolitana por la falta de electricidad. En una decisión acertada, el alcalde Alejandro Char y el gobernador Eduardo Verano han evitado echar más leña al fuego a pesar del colapso de la movilidad.
Enviar a fuerzas especiales entrenadas para disolver motines a “dialogar” con ciudadanos enardecidos por la falta de luz en sus casas y negocios puede tener el mismo efecto que encender un fósforo junto a un barril de pólvora. En tal sentido, nuestros gobernantes locales han dado muestras de tacto y prudencia frente a la delicada situación de orden público que afecta principalmente el transporte público para cientos de miles de personas.
Por eso resulta llamativo que mientras las principales calles y avenidas de Barranquilla y Soledad son taponadas a diario por manifestantes que queman llantas y troncos, atraviesan sogas e incluso arrojan tachuelas, una protesta pacífica como la de un grupo de habitantes de Puerto Colombia en el peaje Papiros, que se oponen a la reactivación del cobro en esa caseta, haya sido disuelta a la brava en dos oportunidades, los días 16 y 21 de septiembre, para proteger los intereses de la concesión Ruta Costera, que pidió el “restablecimiento del orden” a través de un derecho de petición dirigido a la Alcaldía de Puerto Colombia, Gobernación del Atlántico, Policía Metropolitana y la Seccional de Tránsito y Transporte.
Los reclamos de los ciudadanos afectados por la reactivación del cobro tienen tanta validez que el gobernador Verano no pudo seguir haciendo oídos sordos y aportó una salida: el Departamento se hará cargo de ese tramo de la carretera entre Puerto Colombia y Barranquilla con el propósito de eliminar el peaje. Pero el traspaso tarda dos meses, y los usuarios frecuentes de la vía no están dispuestos a pagar durante el tiempo que demore la reglamentación del mismo, ni aun con los beneficios de tarifa diferencial y excepción del cobro en horas pico que entregó la Agencia Nacional de Infraestructura.
En el ojo de esta tormenta se encuentra la aguerrida ciudadana Karol Solís Menco, vocera del Comité No Más Peaje Papiros, quien, tras haber sido retenida el lunes 16 de septiembre al mediodía y llevada a una estación, denunció tocamientos impropios y uso excesivo de la fuerza durante los procedimientos. Como prueba publicó videos de los moretones en su cuerpo y comenzó acciones legales.
El sábado 21 de septiembre, luego de haber estado internada en una clínica, Karol Solís regresó al peaje a seguir la lucha. Esta vez fue preparada: ella y sus compañeros de causa se armaron con ramos de claveles para enfrentar a los policías, pero estos, obligados a cumplir la orden de despejar, no comprendieron la simbología y pasaron por encima de ellos. Para una sociedad acostumbrada a la represión y el autoritarismo —y nuestros policías han sido formados en esa línea de conducta—, una flor puede infundir más miedo que una escopeta de gases lacrimógenos.
Las imágenes del nuevo choque entre policías equipados hasta los dientes y una mujer indefensa, que se han hecho virales en las redes sociales, no solo dejan mal parados a los integrantes de la Undmo, sino al presidente Petro, quien se ha mostrado indolente con estos ciudadanos de bien. ¿O es que la protesta social es un derecho exclusivo de la Primera Línea y solo es válida cuando es instrumentalizada con fines políticos?
Imagino que Karol Solís y los demás miembros del Comité no tardarán en aparecerse otra vez por el peaje para reclamar lo que consideran justo, que no es nada distinto a quitar la caseta sin cobrar un solo peso. Es la resistencia pacífica promovida por Mahatma Gandhi en la India de comienzos del siglo XX, que dio por terminado el yugo británico y desde entonces ha influenciado los movimientos civiles de desobediencia en todo el planeta.