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[Opinión] Milicia de paz

Juan Alejandro Tapia /Foto: Cortesía

[Opinión] Milicia de paz

En el maremágnum de noticias negativas, que día a día sacude a Colombia, ha pasado desapercibido el decreto del Gobierno Nacional para reglamentar el Servicio Social para la Paz, nada menos que una alternativa al Servicio Militar Obligatorio.

Sube, sube
guerrillero
que en la cima yo te espero

La milicia no funciona como una empresa convencional, con sus gerencias de recursos humanos y bienestar laboral, ni más faltaba. La jerarquía, es decir la línea de mando, es el esqueleto de hierro que sostiene el edificio. Si falla, la estructura colapsa. Por lo menos así lo han hecho ver los militares, hasta ahora.

“Como ordene y cumplida su orden”, fue lo primero que aprendí luego de mi reclutamiento, el 9 de diciembre de 1991, como integrante del sexto contingente de ese año. Era lo único que necesitaba saber, me dijeron, para no tener problemas con mis superiores de la Primera División del Ejército, guarnición con una salida al mar Caribe de playas vírgenes y arena blanca, rodeada por el complejo montañoso de la Sierra Nevada, a cinco minutos del centro de Santa Marta. El paraíso, de no ser por lo que allí pasaba.

Sin importar la naturaleza de la orden o sus alcances, hay que ejecutar cuanto antes y entregar el parte correspondiente. Esa es la verdadera orden, la orden de órdenes: acatar sin chistar. “Cumplida su orden, mi cabo (o mi general)”.

A los 16 años, mientras patrullas un cerro con el uniforme mojado en agua salada, el fusil G3 terciado y cuatro proveedores amarrados a la cintura, casi un cuarto del peso corporal de un bachiller famélico alimentado con papas fritas y gaseosas, es imposible negarse a nada. Desde despescuezar un gallinazo para comérselo en caldo o reírse del “lanza” caído en desgracia al que le ha tocado pararse en frente de la compañía, flexionarse y desnudar sus nalgas para recibir siete tablazos como castigo de su superior inmediato por vomitar la comida.

Con granadas y morteros
tus ojitos sacaremos
y tu sangre beberemos

Reírse a carcajadas incluso, con esa sonoridad de efecto dominó que respalda la violación de los derechos del otro, de un “lancita” como tú, de la misma edad o quizá menor, porque solidarizarse con él puede exponerte a correr su suerte o a un castigo “ejemplar”, como si no poder sentarse durante una semana no lo fuese ya.

Un castigo como que te encierren 24 horas en un calabozo con toda la lacra de la institución (homicidas, ladrones, vendedores de armas) por no pasar la prueba de limpieza del fusil, que consiste en introducir por el interior del cañón un pañuelo blanco que debe salir sin mácula.

“Normal en el Ejército”, repetimos todos como loros para justificar lo que acaba de pasar, sin la menor muestra de compasión por el soldadito que no da para erguirse y amarrarse el pantalón, y morral a la espalda seguimos cerro arriba con nuestro cántico de guerra.

Pero de normal no tiene nada, por eso celebro el decreto 1079 de 2024, del gobierno de Gustavo Petro, que reglamenta el Servicio Social para la Paz, nada menos que una alternativa al Servicio Militar Obligatorio consagrado en la Constitución colombiana.

Los jóvenes entre 18 y 24 años, hombres y mujeres, podrán elegir prestar este servicio como opción al militar si resultan seleccionados para enlistarse en el Ejército. Tendrá una duración de 12 meses y contará con once frentes de acción, que incluyen alfabetización digital para comunidades marginadas, protección de la biodiversidad, promoción del Acuerdo de Paz y trabajo social con víctimas del conflicto armado y de violencia de género. Duro revés para la cultura guerrerista colombiana.

Pobrecito guerrillero
se topó con un lancero
y de baja le daremos

@jutaca30

Una respuesta a “[Opinión] Milicia de paz

  1. Excelente, pertenecí al 4 contingente del 91 en la Brigada Once del ejército con sede en Montería,orgánico del Baser 11 Cacique Tirrome,preste mi servicio militar de 16 años y mi libreta tiene como número la tarjeta de identidad,buen escrito y celebro la desicion del presidente Petro

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