Juan Alejandro Tapia /Foto: Cortesía
[Opinión] La balanza
Muy mal librada sale Barranquilla al comparar la baraja de candidatos a su Alcaldía con la de Bogotá. En su columna, Juan A. Tapia hace énfasis en la falta de opciones, lo que facilita la victoria del favorito.
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Las comparaciones no son odiosas, son necesarias. Poner en la balanza las capacidades y la trayectoria de una persona frente a las de otra que comparta actividad es recurrente en el deporte, casi un divertimento (¿Messi o Cristiano? ¿Jordan o LeBron?), pero un tanto más complicado en el arte (¿García Márquez o Vargas Llosa? ¿Pacino o De Niro?). No basta con la confrontación objetiva de resultados (ganar el Mundial, un anillo de la NBA, el Nobel de Literatura, el Oscar), siempre habrá un componente emocional que condicione la medición y la convierta en subjetiva.
En política, las comparaciones cada vez cobran más fuerza entre los ciudadanos, alentadas por las encuestas y las redes sociales (¿Uribe o Santos? ¿Duque o Petro?), y adquieren mayor relevancia durante la época electoral, cuando son tanto indispensables como inevitables para sacar conclusiones sobre los candidatos.
En esta columna propongo el ejercicio de medir libra por libra a los siete aspirantes a la Alcaldía de Barranquilla con los siete de mayores posibilidades para llegar al Palacio de Liévano, en Bogotá.
En uno de los platillos de la balanza, Alejandro Char, Marco Orozco, Luis Enrique Guzmán Chams, Hassan Fares, Harry Silva, Antonio Bohórquez y Rigail Romero; en el otro, Gustavo Bolívar, Carlos Fernando Galán, Juan Daniel Oviedo, Rodrigo Lara, el general (r) Jorge Luis Vargas, Diego Molano y Jorge Enrique Robledo (sobresale la ausencia de mujeres en la disputa por dos de las principales alcaldías del país).
Es indiscutible que el de mayor peso dentro de los aspirantes al primer cargo público de la capital atlanticense es el dos veces alcalde y seguro ganador por tercera ocasión Alejandro Char. Del otro lado, Galán es el “veterano” de las contiendas por la Alcaldía, pero como perdedor consuetudinario no reúne ejecutorias que aumenten su posibilidad de triunfo, aunque tampoco las decenas de investigaciones represadas del polémico Char. ¿Y los demás?
A Hassan Fares habría que compararlo con el general (r) Jorge Vargas, exdirector de la Policía Nacional. El ‘Turco’, quien saltó a la fama en redes sociales por repartir comida a los habitantes de la calle, adquirió experiencia en manejo de “tropa” durante las protestas de 2021, sobre todo la que destruyó la calle 72 el 12 de mayo mientras en el Romelio Martínez se jugaba el partido de Junior contra River Plate por la Copa Libertadores. “No nos crean maricas”, ha sido su lema por años.
El exsecretario de Salud de Barranquilla Harry Silva tendría su contrapeso, en este juego arbitrario de comparaciones, en el exministro de Defensa Diego Molano, y la izquierda, representada por Antonio Bohórquez y Rigail Romero, en los exsenadores Gustavo Bolívar y Jorge Enrique Robledo, diferencias que saltan a la vista y que no hay ni que tomarse la molestia de explicar.
El emprendedor digital Marco Orozco, creador de la página Última Hora, quien inscribió su candidatura por firmas, podría equipararse con el exdirector del Dane, Juan Daniel Oviedo, quien optó por la misma vía.
Al ganadero Luis Enrique Guzmán Chams, del partido Verde Oxígeno, es imposible hallarle una medida cuando su máxima hazaña es haber confesado a la periodista María Jimena Duzán que pagó una coima para la obra del megatanque del barrio Siete de Abril, y al ver que nadie le respondía por la plata invertida, $2.660 millones, denunció ante las autoridades al exalcalde Char. Ahora capitaliza su proceder como un “aprendizaje de vida”.
Como baraja de candidatos, la de la Alcaldía de Barranquilla es una de las más mediocres del país, tan mala que no hace falta elección para saber quién será el vencedor. Mañana mismo podría organizar la Registraduría un rápido acto de entrega de credencial y nadie reclamaría.
Algo habría ayudado a mejorar el nivel la presencia del exgerente de Ciudad Carlos Acosta Juliao, pero al único aspirante que hizo una campaña a la antigua, que fue casa a casa, barrio por barrio, y hasta cargó niños y saludó ancianos, el charismo le bajó el pulgar un mes antes de la inscripción. Como premio a su esfuerzo tal vez reciba una secretaría.
No hay por qué desconocer la buena imagen que a pesar de los escándalos acompaña a Alejandro Char, sustentada en los logros palpables de sus dos administraciones, pero el cartel de mesías que él mismo se ha colgado en el pecho, y que los medios de comunicación han contribuido a instalar en el imaginario colectivo, cercena la renovación de liderazgos dentro de su propio grupo, como ocurrió con Acosta, y trasciende a otras corrientes políticas.
Solo queda esperar que SuperChar resuelva los problemas de inseguridad, desempleo, malla vial, servicios públicos y alimentación de los barranquilleros. Porque opciones no hay.