Varios sectores de Cartagena siguen esperando la presencia de la Administración con ayudas y maquinarias. /Foto: María Alejandra Romero
Las lluvias de noviembre desnudan las ‘villas de pobreza’ en Cartagena
La temporada invernal de las últimas semanas deja, al menos, 26.000 personas damnificadas en la capital de Bolívar. El agua vuelve a recordar el listado de asignaturas pendientes, cada vez más largo, en las zonas alejadas del circuito turístico.
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Las lluvias recientes ya dejan más de un millar de cartageneros damnificados por inundaciones y deslizamientos. Los más afectados son quienes construyeron sus hogares en las rondas hídricas de caños y canales, y de la Ciénaga de la Virgen. También en las faldas de La Popa. Son al menos 26.000 personas, según cifras estimadas por la oficina distrital de Gestión del Riesgo.
Más allá de los titulares por las inundaciones de las pintorescas calles del Centro Histórico, las lluvias volvieron a desnudar la histórica pobreza allende Bocagrande, Castillogrande, Manga, el Centro, Marbella o el Castillo de San Felipe.
La mayor parte de esos damnificados viven del trabajo informal y con el agua han visto palidecer su sustento diario. Por eso, en el sur de Cartagena las ollas comunitarias, unas 120 impulsadas por la empresa privada y el Distrito, son comunes desde hace dos semanas.
Reino de Pambelé y La Umata en Bayunca; Pantano de Vargas, en Nuevo Paraíso; El Progreso, en Zaragocilla, y el sector Central, entre Fredonia y Nuevo Paraíso, forman parte de una Cartagena —o varias Cartagenas— donde se multiplican las pilas de basura, las corrientes de aguas servidas y las casas de madera. Un largo listado de necesidades insatisfechas que reflejan la deficiente presencia estatal.
Esas ‘villas’ son el testimonio vivo de una capital que no ha podido garantizarles mejores condiciones de vida a la mayoría de sus habitantes ni tampoco evitar la urbanización desordenada de su territorio. Realidades que se enquistan mientras el turismo internacional apetece cada vez más el corralito de piedra.
Con la pandemia por coronavirus, las cifras de pobreza empeoraron: según mediciones recientes del Dane, Cartagena ahora tiene 69.233 personas más en situación de pobreza que en 2019, cuando el indicador (de por sí alto) marcaba 345.304. Esos habitantes representaban un tercio de toda la población cartagenera. Ahora son el 40,4%.
La Contratopedia recorrió parte de esa ciudad que se ahoga en la pobreza. De la ciudad sumida en la miseria.
Las ayudas que se quedaron cortas
Durante tres días y con el agua hasta la cintura, los habitantes de Reino de Pambelé, una invasión ubicada en el corregimiento de Bayunca, zona norte de Cartagena, presenciaron con impotencia cómo la lluvia arrasaba con sus casas y pertenencias.
Las casas del sector —la mayoría construidas de material reciclable como tablas, cajas o residuos de madera— ahora sufren con el agua, el barro y la humedad. Las calles, que antes eran corredores de relleno y tierra, hoy son lodazales.
En Reino de Pambelé hay al menos 400 damnificados. Prácticamente, todo el sector, poblado de manera artesanal por ciudadanos pobres en inmediaciones del arroyo Matagente.
La Alcaldía de Cartagena, a través del Plan de Emergencia Social Pedro Romero, llegó a Bayunca la semana pasada para entregar 100 mercados, 50 carpas y 280 colchonetas.
Esos insumos se quedaron cortos ante el número de damnificados de todo el corregimiento: hay más de 3.000, le dijo a La Contratopedia Caribe Marcos Pertúz, presidente de la Junta de Acción Comunal de Bayunca. De esos mercados, 37 fueron enviados a Reino de Pambelé.
La comunidad de Reino de Pambelé implora más atención por parte de las entidades distritales: unos piden alimentos, otros materiales para reconstruir sus casas y otros más solicitan un traslado inmediato para poder dejar de vivir en medio del barro.
La deuda del Distrito con otros sectores afectados
Muchas otras zonas damnificadas por la ola invernal siguen sin recibir ayudas distritales, según denuncias de los habitantes. Son los casos de La Umata, en Bayunca, y Pantano de Vargas, en el barrio Nuevo Paraíso, afectados todos los años por las lluvias debido a su cercanía a distintos cuerpos hídricos.
Nuevo Paraíso, por ejemplo, está en la ronda hídrica de los caños Matute, Calicanto Viejo y Chaplundun.
Tanto en La Umata como en Pantano de Vargas los habitantes viven en medio del barro y el agua. Las calles y las casas de ambas zonas ahora son charcos intransitables y varias de sus viviendas de madera quedaron en el suelo por las fuertes brisas.
A pesar de que la Alcaldía de Cartagena, a través del Plan de Emergencia Social Pedro Romero, llegó a Bayunca la semana pasada para entregar mercados, carpas y colchonetas, a La Umata no ha llegado ni un kit de la administración distrital, dicen sus habitantes.
Las comunidades de La Umata y Nuevo Paraíso imploran la pronta llegada de ayudas humanitarias para atender las necesidades de sus habitantes más vulnerables.
¿Desatención de los caños entre causas de inundaciones?
En Nuevo Paraíso y Fredonia hay más de mil damnificados por las lluvias de noviembre. Decenas de casas se inundaron y otras sufrieron daños estructurales. Estos sectores todos los años terminan anegados porque están localizados en las rondas hídricas de los caños Matute y Calicanto Viejo.
Varios líderes de Fredonia y Nuevo Paraíso le dijeron a La Contratopedia que la falta de limpieza frecuente de los canales y caños que pasan por esos sectores influyó en las inundaciones recientes. Por ejemplo, el caño Matute, que atraviesa el sector Central, está lleno de residuos sólidos y lodo.
El mantenimiento de esos espacios es responsabilidad de la Alcaldía de Cartagena, a través de la Secretaría de Infraestructura Distrital.
Por eso, los líderes barriales esperan la pronta llegada del Distrito para comenzar a remover lo que obstruya la circulación del agua en caños y canales.
El llamado de los habitantes de las faldas del Marión
Luego de dos días de lluvias, el domingo seis de noviembre, en el sector El Progreso, en el barrio Zaragocilla, hubo remoción de tierras.
Agua y tierra entraron con fuerza por las paredes y las ventanas, convirtiendo calles y casas de El Progreso en lodazales y estructuras quebradizas.
El deslizamiento en la Loma del Marión, cerro aledaño a las viviendas, derrumbó paredes en varias viviendas y a una de las casas del sector por completo.
Hay 35 viviendas afectadas y más de 50 damnificados.
Desde entonces, los habitantes de El Progreso viven con miedo y con incertidumbre. La comunidad dice que todos los días sienten cómo la tierra sigue bajando y temen lo peor para sus viviendas, que ya están llenas de fisuras.
Viviana Zabaleta, vicepresidenta de la Junta de Acción Comunal de El Progreso, le dijo a La Contratopedia que allí se sentían olvidados por el gobierno local, ya que ningún ente de la administración había visitado el barrio para analizar las soluciones a esa problemática.
Con el ruido mediático que esas declaraciones generaron, la Oficina de Gestión del Riesgo visitó la zona de emergencia. La solución de fondo, sin embargo, aún no está clara porque los deslizamientos sólo se evitarán con trabajos que refuercen la Loma del Marión o la reubicación de viviendas en las zonas de mayor riesgo de esa ladera.