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La plata que mueve el patrimonio de Cartagena y sus rostros detrás

El Cuartel Militar de las Bóvedas es uno de los espacios patrimoniales de arriendo permanente. /Foto: Tatiana Velásquez Archibold

La plata que mueve el patrimonio de Cartagena y sus rostros detrás

Los inmuebles patrimoniales, a cargo de la Alcaldía de Cartagena, pueden mover en un año $13.766 millones por arriendos y taquilla. Ese monto es mucho mayor si se suman lo que producen bienes administrados por privados como el Fuerte del Pastelillo en Manga.

Este contenido forma parte de la investigación ‘Cartagena no tiene control total ni organizado de su patrimonio histórico‘.

Uno de los centros históricos más visitados de Colombia es el de Cartagena de Indias, cuyos monumentos —administrados por la Alcaldía— pueden mover en un año $13.766 millones por arriendos y boletas. Un monto mucho mayor si se suman las utilidades que generan los bienes en manos de otras entidades públicas y privadas, del orden local y del orden nacional.

Esos kilómetros de murallas y bóvedas son el corazón de un conjunto de fortalezas por el que esta capital ostenta desde 1984 la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Sin embargo, su explotación económica es una fotografía fragmentada y difusa que involucra a muchos rostros, no siempre con comunicación entre sí.

(Ver ‘Cartagena no tiene control total ni organizado sobre su patrimonio histórico’).

La Contratopedia Caribe presenta una radiografía de lo que mueven los baluartes y murallas de Cartagena, en manos de la Alcaldía y el Club de Pesca. Inmuebles visitados en masa todo el año y cuyas cifras, en lo que va de 2022, ya marcan similar a las de antes de la pandemia por coronavirus. 

Los datos son aproximados por limitaciones en el acceso a la información, pues los montos entregados por el Distrito, a través de la Escuela Taller Cartagena de Indias, no detallan todos los arriendos en litigio judicial.

Después de dos años en rojo, los ingresos comienzan a despegar

En 2019, antes del inicio de la pandemia, las fortificaciones facturaron cerca de $13.766 millones por arriendos y boletas, según la Escuela Taller Cartagena de Indias, entidad a cargo de esos monumentos desde 2012 tras firmar un comodato con el Ministerio de Cultura —máxima autoridad patrimonial de Colombia—.

Durante la emergencia sanitaria, con el turismo y los aeropuertos cerrados, esos ingresos cayeron un 64%. Fue así como en 2020, el Distrito sólo facturó $4.990 millones. 

Tan pronto los turistas comenzaron a retornar a Cartagena y a su sistema de fortificaciones, en 2021 los ingresos subieron ligeramente ($7.824 millones).

Con las cifras del primer cuatrimestre de este año, el panorama para Cartagena ya pinta más cercano a la pre-pandemia. Sólo entre enero y abril pasados, la Escuela Taller facturó $5.590 millones. 

 

Todos esos recursos son fruto del uso temporal para fiestas y de arriendos permanentes, que pagan gastrobares y negocios de artesanías. También son fruto de la taquilla del Castillo San Felipe de Barajas.

Con la plata que deja la explotación de los inmuebles ubicados dentro y fuera del Cordón Amurallado y en territorio insular, la Escuela Taller debe garantizar su protección y mantenimiento. Así como su “puesta en valor y apropiación social”, le respondió a La Contratopedia Caribe, Rafael Cuesta, director de esa entidad.

En Cartagena hay al menos 63 inmuebles patrimoniales con posibilidades de explotación económica. La mayoría de ellos son administrados por la Escuela Taller Cartagena de Indias y otros más por la Escuela Taller Naranja, el Club Naval de Oficiales de la Armada Nacional y el Club de Pesca.

El Castillo de San Felipe es el bien que más plata genera

Uno de los monumentos más emblemáticos de Cartagena y con visitas garantizadas todo el año es el Castillo de San Felipe de Barajas. Es también el monumento que más recursos genera del sistema de fortificaciones a cargo de la Escuela Taller.

Antes de la pandemia, entre 2016 y 2019, el Castillo recibía unos 450.000 visitantes por año, y sus ingresos oscilaban entre los $7.686 millones y los $12.520 millones. 

Con lo que facturó entre enero y abril de este año ($4.637 millones), esa fortificación sobrepasó toda su taquilla de 2020 ($4.080 millones), cuando sólo estuvo abierto durante seis meses. 

 

Para ingresar a este bien, construido durante la Colonia como parte de la estrategia militar española, la Escuela Taller estableció precios diferenciados por nacionalidad, rangos de edad e instituciones. 

A un extranjero una boleta le cuesta $27.000, mientras que a un colombiano $23.000. Para los niños, entre 6 y 11 años, el costo es de $11.000. 

También hay una tarifa especial de mil pesos para los estudiantes de las escuelas públicas y descuentos para los operadores turísticos, según el número de turistas que movilicen.

San Ignacio, Santiago Apóstol y San Juan Evangelista, los baluartes más alquilados

Los arriendos temporales de baluartes, cortinas, baterías y demás espacios patrimoniales para la celebración de eventos sociales le dejaron a Cartagena $429.139.348 en 2019.

Con la llegada de la pandemia, esos ingresos cayeron a una tercera parte del promedio que la Escuela Taller había facturado entre 2016 y 2019. Ahora, sin ninguna restricción de movilidad y con el turismo funcionando a toda marcha, 2022 se proyecta como un año con muchos más eventos. Entre enero y mayo pasados, se celebraron 14.

Los baluartes San Ignacio de Loloya, Santiago Apóstol y San Juan Evangelista, ubicados en el Centro Histórico, han sido los espacios más alquilados los últimos seis años en esta capital. Entre 2016 y abril de 2022, la Escuela Taller los alquiló para 119 eventos, cuyas tarifas oscilaron entre los 12 y 30 salarios mínimos mensuales.

Esos espacios son, especialmente, reservados de noche para la celebración de bodas porque desde ellos suelen tomarse las postales fotográficas por las que Cartagena es reconocida como destino turístico mundial. 

Para utilizar estos espacios, los interesados deben solicitar una cotización a la Escuela Taller y cumplir varios requisitos. Entre ellos, presentar certificados de antecedentes disciplinarios, judiciales y fiscales; detallar el uso proyectado del espacio en planos y pagar unas pólizas de seguro.

Si el negocio se concreta, la Escuela Taller y el privado firman un contrato de arriendo temporal que suele ser por días y no mayor a un mes. 

Sólo están exonerados de pagar arriendos las entidades públicas que celebren, por menos de cuatro horas, actividades relacionadas a sus funciones y las personas que demuestren un uso con fines artísticos y culturales. 

Esos costos, estipulados en la política tarifaria de la Escuela Taller, varían según la temporada turística: cuando es baja, una noche de fiesta en los baluartes puede costar entre cuatro y 12 salarios mínimos mensuales (de $4.000.000 a $12.000.000), mientras que en Semana Santa o Fin de Año, entre 10 y 30 salarios (de $10.000.000 a $30.000.000).

Esos costos no incluyen otros montos como el tiempo que tome la instalación y el desmonte de los mobiliarios de cada actividad.

Los gastrobares Café del Mar y San Francisco Javier pagan $268.494.456 en arriendo por año

Dentro del conjunto de baluartes que administra la Escuela Taller Cartagena de Indias hay dos, San Francisco y Santo Domingo, con arrendatarios permanentes que pagan al año $268.494.456 (cifras de 2022).

Allí funcionan dos de los establecimientos nocturnos más visitados de Cartagena, dada su privilegiada ubicación dentro de la zona amurallada y las vistas que ofrecen hacia el Mar Caribe.

En el Baluarte San Francisco Javier funciona el bar de tapas y restaurante con el mismo nombre. Ese bien, además, se convierte en un espacio de banquetes que organiza eventos familiares, empresariales o de fin de año.

Ese negocio es propiedad de la empresa cartagenera Del Sol SAS, que paga al año un poco más de $135.000.000 en arriendo. 

Esa empresa, además, es propietaria del Hotel Casa Del Arzobispado, la tienda de ropa Sancte Cartagena de Indias y el restaurante Az Zahr. Todos negocios ubicados en el Centro Histórico.

En 2019, Del Sol SAS tuvo ingresos por $6.795 millones y una utilidad de $265.828.908, mientras que en 2020 —con el turismo cerrado por seis meses—, sus ingresos cayeron un 61% y sus pérdidas sumaron ​​$218.271.000. 

Esas cifras, sin embargo, son aproximadas por dos razones. 

Primero, porque los montos no están discriminados en la información financiera que Del Sol SAS reportó a la Cámara de Comercio de Cartagena para la renovación de su registro mercantil en 2020 y 2021. Es decir, esas sumas obedecen a todos los establecimientos de ese grupo empresarial y no es posible determinar, a partir de esas cifras, cuánto dejó exclusivamente la explotación del Baluarte San Francisco Javier.

Segundo, porque en el estado de resultados de 2020 hay información que no es precisa, según le corroboró a La Contratopedia un contador consultado.

Sobre los resultados financieros de Del Sol SAS en 2021, La Contratopedia no encontró información reportada a la Cámara de Comercio de Cartagena.

El otro negocio con alta demanda de turistas y locales es Café del Mar, que funciona en el Baluarte Santo Domingo. La empresa detrás de este establecimiento es Café del Mar Ltda, fundada en 2002 por el alemán Peter Kreill y el colombiano Carlos Sánchez García.

Este negocio paga un poco más de $132.000.000 en arriendo anual ($11.075.572 mensuales), por usar 2.010 metros cuadrados de baluarte y un baño ubicado en la parte inferior de ese inmueble.

En 2019, antes de la pandemia, Café del Mar tuvo ingresos por $13.642 millones y utilidades por $2.440 millones. En cambio, en 2020, con la pandemia en su peor momento, los ingresos y utilidades cayeron 62% y 81%, respectivamente, según cifras que esta empresa reportó a la Cámara de Comercio de Cartagena para la renovación de sus registros mercantiles en 2020 y 2021.

En 2021, con la reactivación económica, Café del Mar reportó utilidades por $2.525 millones, aunque una mirada detallada a los ingresos, costos de operación y pago de impuestos muestra que esa suma no concuerda. 

A esos dos baluartes se sumaba otro con arriendo permanente: El Reducto de San Lázaro, en la Calle del Arsenal, donde funcionaba la Casa de la Cerveza Cartagena.  

Desde 2021 ese baluarte está cerrado por arreglos estructurales, que realiza la Escuela Taller. Sin embargo, El Rancho de Jonas SAS, empresa caleña dueña de ese negocio, aún tiene contrato vigente, cuyo canon mensual es de $7.632.198.

Las bóvedas generan más de $400 millones anuales en arriendo

Dentro de los arriendos permanentes que la Escuela Taller administra está el Cuartel Militar de las Bóvedas, 23 guarniciones en tiempos coloniales para la defensa de la ciudad. 

Además de esos espacios, hay tres aledaños (uno es usado por el Festival Internacional de Cine de Cartagena (Ficci) y los otros dos funcionan como una galería y un teatro) en ese sector de San Diego. 

En esas 23 bóvedas funcionan hoy negocios de artesanías, joyas, refrescos y comida. Son una parada obligatoria de los turistas colombianos y extranjeros en su recorrido por los atractivos históricos de Cartagena. Sólo una no la maneja la Escuela Taller de Cartagena porque está en manos de la Escuela Taller Naranja de Bogotá, después de firmar en 2020 un comodato con el Ministerio de Cultura.

(El listado completo de comercios que allí funciona puede consultarse aquí)

Como el resto de fortificaciones, con la llegada del coronavirus estas pequeñas y medianas empresas tuvieron millonarias pérdidas, según los estados financieros que reportaron en la Cámara de Comercio de Cartagena para las renovaciones de sus registros mercantiles.  Algunos de ellos con inconsistencias, al analizar los ingresos y gastos.

(Ver reporte de ingresos, gastos y utilidades)

Según reportaron a la Cámara de Comercio, en 2018 y 2019 sus ingresos oscilaron entre un millón de pesos y $1.159 millones, mientras que sus utilidades, entre $600.000 y $91.000.000. 

Sobre los estados financieros de 2020 y 2021, La Contratopedia no encontró suficiente información reportada.

Por los arriendos de esos espacios, la Escuela Taller de Cartagena factura $422.292.645 anuales. Una cifra que no necesariamente se ve reflejada en las cuentas bancarias de esa institución, porque con varios de esos comerciantes sostiene litigios por haber hecho sucesiones familiares indebidas, tras la muerte de los arrendatarios titulares.

La Escuela Taller heredó esos contratos de la Sociedad de Mejoras Públicas —antiguo administrador de las fortificaciones—, que les alquiló los inmuebles a artesanos cartageneros entre los años 80 y 90.

(Ver cánones de arriendo)

Todos esos contratos están en litigio desde 2015, al igual que los de los negocios que funcionan en los baluartes. La Escuela Taller los demandó ante el Tribunal Administrativo de Bolívar por varias razones, entre ellas el no pago de las pólizas de seguro o haber intervenido los inmuebles sin autorización. 

En el caso de las bóvedas hay más irregularidades: 

  • En varias de ellas la explotación está en manos de personas distintas a las que firmaron los contratos, porque hubo acuerdos entre privados o sucesiones familiares, saltándose al administrador. Inicialmente a la Sociedad de Mejoras Públicas y, ahora, a la Escuela Taller.
  • En varias, además, hay una evidente sobreexplotación porque funciona más de un negocio por espacio, pero el Distrito solo recibe un arriendo por cada uno de ellos.
(Ver todos los procesos y el estado en que cada uno se encuentra aquí)

El Fuerte del Pastelillo genera ingresos de más de $4.000 millones por año

Uno de los fuertes más visitados de La Heroica que no administra la Escuela Taller Cartagena de Indias es el del Pastelillo, en manos del Club de Pesca desde 1944 por un comodato que firmó con la Sociedad de Mejoras Públicas, responsable de las fortificaciones hasta 2012.

Los principales ingresos del Club de Pesca sumaron $3.683 millones en 2020. En 2019, antes de la pandemia por coronavirus, alcanzaron los $4.325 millones y en 2021, año de la reactivación económica, $4.959 millones.

El Club recibe esos ingresos por:

  • Servicios de muellaje de yates, cancelados por visitantes nacionales e internacionales.
  • Cuotas de los asociados
  • Ventas en el Kiosco (Restaurante)
  • Arriendo de un local destinado a una estación de combustible
  • Arriendo de la Plaza de Armas, donde funciona el Restaurante Fuerte San Sebastián del Pastelillo, más conocido como Restaurante Club de Pesca.

El restaurante es administrado por la Sociedad Restaurante Bar Pastelillo SA, propiedad de Humberto Benedetti Lecompte. Se trata de uno de los sitios cartageneros más apetecidos por nacionales y extranjeros. Sus platos oscilan entre los $30.000 y $140.000. Es además un centro social de eventos familiares y empresariales.

Convertido hoy en atractivo turístico, el Fuerte tiene una parte de libre tránsito y otra privada (la Plaza de Armas) a la que solo acceden los clientes del Restaurante Fuerte San Sebastián del Pastelillo, uno de los más costosos de Cartagena. 

El comodato entre el Club de Pesca y la Sociedad de Mejoras Públicas establece que el pago del primero por la explotación del Fuerte es su restauración y preservación, pues cuando lo asumió en los años 40 no estaba en condiciones turísticas y, por el contrario, su estructura estaba en riesgo.

Esas condiciones de administración generaron una controversia el año pasado, en medio de la intervención que el Club de Pesca le hizo al Fuerte sin la necesaria autorización del Mincultura. El Distrito propuso cambiar las reglas de esa concesión, pero el camino para lograrlo no es tan fácil.

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