Juan Alejandro Tapia /Foto: Cortesía
[Opinión] Todos ponen
En el lapso de un semestre, el discurso sobre Ciudad Mallorquín en la prensa pasó de enemiga del medio ambiente a dinamizadora de la economía. ¿Qué ocurrió? Una serie de movidas públicas y empresariales podría estar detrás.
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Hablando se entiende la gente. Y si los que se sientan a dialogar son hombres y mujeres de negocios, curtidos en manejar crisis y solucionar conflictos, un problema puede transformarse, con la suma de voluntades, en una oportunidad. Es una de las máximas del coaching y es lo que pudo haber sucedido con el incómodo y muy publicitado tema del daño ecológico que estaría ocasionando la construcción del complejo habitacional Ciudad Mallorquín, del grupo empresarial Argos.
En el lapso de apenas un semestre, de marzo a septiembre de este año, la prensa barranquillera pasó de tildar a Argos de ser algo así como el enemigo público número uno del medio ambiente en la zona limítrofe con Puerto Colombia a resaltar la visión sostenible de sus proyectos urbanísticos y su aporte a la “dinamización económica del departamento” con la generación de empleo. ¿Qué la hizo cambiar el discurso?
En primer lugar, el silencio del empresario Christian Daes, CEO de Tecnoglass, después de que Argos abandonara o pusiera en remojo su plan de construir la ciudadela de interés social Portal del Norte frente a su planta de producción de vidrio en la avenida Circunvalar. Daes había denunciado la manera en que Argos replanteó el uso del suelo para este proyecto y llegó a amenazar, incluso, con llevarse su compañía de Barranquilla si lo obligaban a compartir espacio con vecinos que podrían resultar traumáticos para sus intereses económicos.
Los grandes amigos de Daes en la prensa se habían lanzado como fieras sobre Argos, pero atacar un proyecto de papel, es decir, en planos, era como desgastarse los colmillos en un hueso sin carne. Fue entonces cuando algunos de los medios más reconocidos de la ciudad y varios líderes de opinión fijaron su atención en Ciudad Mallorquín, la joya de la corona del poderoso grupo antioqueño.
A Argos no le convenía que estigmatizaran con denuncias ambientales su proyecto bandera a falta de unos meses para entregar los primeros apartamentos, ni que le recordaran a los barranquilleros la falta de soluciones de movilidad en Alameda del Río, un gigantesco multifamiliar construido en terrenos de su propiedad, donde el tráfico colapsa a diario por la escasez de vías y parqueaderos.
A Daes no le convenía que Argos construyera una ciudadela en terrenos colindantes a los suyos, pues la expansión de la planta de vidrio es uno de sus objetivos a mediano plazo.
Y a las alcaldías de Barranquilla y Puerto Colombia no les convenía que periodistas, ambientalistas y órganos de control empezaran a hurgar en planes de ordenamiento territorial y licencias de uso de suelo.
Entonces, el 16 de julio apareció este titular en el diario El Tiempo: ‘Grupo Argos, Tecnoglass y el Distrito invierten $15.000 millones en circuito vial en el norte de Barranquilla‘. Según la información, la conexión entre la Vía 40, la calle 98 y la carrera 75A generará 150 empleos durante su ejecución y buscará reducir los tiempos de desplazamiento en la zona norte de la ciudad.
Mes y medio después, el 1 de septiembre, la Alcaldía Distrital comenzó por fin la necesaria construcción del intercambiador vial para Alameda del Río, en la Circunvalar con carrera 43, con una inversión de $59.000 millones. Esta obra, que tardará un año, será la primera con la figura del pago anticipado del impuesto de delineación urbana, que permite a los promotores de proyectos y constructoras de desarrollos residenciales hacer este tributo antes de obtener la licencia.
Tres días después, el alcalde de Barranquilla, Alejandro Char, y el empresario Daes se hicieron fotografiar con palas en las manos, removiendo la tierra del lote donde será construido un megacolegio donado por la fundación Tecnoglass en el corregimiento La Playa, que había sido anunciado desde diciembre de 2023.
¿Hay algo irregular en estos movimientos que parecen sacados del popular juego infantil de la pirinola, conocido también como ‘Toma todo’? Aparentemente, no. Incluso, el ‘Todos ponen’ pudo tratarse de un ‘Todos ganan’ si en el camino no hubieran perdido dos: el medio ambiente y la prensa.
Excelente artículos, una realidad que sale a la luz pública, siempre perdemos los buenos ciudadanos.
Exelente amigo tapias