Juan Alejandro Tapia /Foto: Cortesía
[Opinión] Baranda judicial
La masacre del barrio El Carmen deja muchas preguntas y un par de certezas: la primera es que Barranquilla es el epicentro de la criminalidad en el país, y la segunda, que nada de lo hecho en materia de seguridad ha sido suficiente, analiza Juan A. Tapia.
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Seis hombres beben cerveza y cantan a todo pulmón un vallenato estridente que “desgarra” los tímpanos de los vecinos. Unos están sentados sobre el andén; otros, de pie a su lado. Emocionado, uno de ellos enciende la cámara de su teléfono y empieza a grabar a sus amigos. Es el registro para la posteridad —y para las redes sociales— de un momento que vale la pena recordar, una postal de esa Barranquilla esquinera de barrio popular, perdida en el tiempo. Sin sospecharlo, están a punto de volverse virales. En cuestión de horas, ese video será observado por cientos de miles de personas que se harán la misma pregunta: ¿por qué los mataron?
La masacre del barrio El Carmen —cuatro muertos y dos heridos—, perpetrada la noche del viernes 22 de noviembre en la carrera 18 con calle 50 por pistoleros profesionales que abrieron fuego desde un carro y una motocicleta, deja hasta ahora muchas preguntas y un par de certezas: la primera es que Barranquilla, como Medellín y Cali en los años 80 y 90, es el epicentro de la criminalidad en el país. Y la segunda, que nada de lo hecho en materia de seguridad ha sido suficiente.
Como si leyeran la baranda judicial de un periódico, en la semana que pasó, del 18 al 24 de noviembre, los barranquilleros recibieron otra noticia que los estremeció: el “robo del siglo” en Colombia —de lo que lleva el XXI y también del XX— fue cometido en su ciudad el 1 de julio de este año y no el 16 de octubre de 1994 en el Banco de la República de Valledupar, como hasta ahora creían todos los colombianos.
Fueron $85.000 millones los sustraídos de la bóveda de la aseguradora de valores Prosegur, en la calle 53 entre carreras 43 y 44, barrio El Rosario, y aunque el jueves 21 de noviembre la Fiscalía detuvo sorpresivamente a ocho implicados, de la plata poco o nada se sabe.
Por si fuera poco, en la misma semana, el sábado 23 de noviembre, el drama de las trabajadoras de SuperGiros se trasladó a Barranquilla, la joya de la corona para la delincuencia organizada.
Una empleada del punto de atención de la calle Murillo con carrera 9F, barrio La Victoria, se salvó de correr la misma suerte de Marlen Fernanda Mozo Jiménez, la joven asesinada el 4 de noviembre en Bosconia, Cesar, para presionar a los directivos de la empresa a negociar el pago de extorsiones. Los tiros, en esta ocasión, impactaron en las paredes y los vidrios del local.
El más reciente informe de la veeduría Barranquilla Cómo Vamos, que midió los indicadores de la calidad de vida en la ciudad entre 2018 y 2023, reveló el desbordamiento de las extorsiones en los últimos cinco años al pasar de 108 casos denunciados en 2018 a 877 en 2023, ocho veces más.
Este año, hasta agosto, hay registro oficial de 516 casos en Barranquilla. Según la veeduría, la capital atlanticense tiene una tasa de 66,3 extorsiones por cada 100.000 habitantes, superior a la media nacional. Bogotá y Cali, con poblaciones más numerosas, se encuentran por debajo. Pero estas cifras solo hacen referencia a los ciudadanos que se atreven a denunciar, el número real de extorsiones es notablemente más alto.
La guerra de las bandas criminales por el control de las rentas de microtráfico y extorsión es responsable, en gran parte, de que en agosto, septiembre y octubre de 2024 se hayan roto todos los récords de homicidios de las últimas décadas en Atlántico, con Barranquilla y Soledad a la cabeza.
La tasa de asesinatos que registró la capital atlanticense en 2023 fue de 31,8 por cada 100.000 habitantes, por encima del promedio nacional, de 26,9. Entre 2018 y 2023, periodo analizado por la veeduría, Barranquilla tuvo 2.123 homicidios.
La baranda judicial de esa Barranquilla en la que centenares de comerciantes han cerrado sus negocios a causa de la extorsión, ya sea por falta de dinero para ponerse al día con las cuotas o por miedo a que los maten por no pagar, contrasta con el discurso oficial de ciudad de oportunidades y esplendor económico que volverá a acaparar los titulares de la prensa este 30 de noviembre con la inauguración oficial de la recuperada playa Puerto Mocho y el tren turístico Las Flores. Un monstruo vive dentro de esa Barranquilla de ensueño, como el extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde.